Demasiadas asignaturas pendientes

Una sola alusión a las reformas políticas pendientes en un discurso de una hora. Alberto Fujimori dijo en su primera intervención del tercer mandato presidencial que las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y el Servicio de Inteligencia Nacional deben adecuarse a la nueva situación, porque Perú ya vive en paz. El presidente anunció un inminente proyecto de readaptación del aparato policíaco-militar y de inteligencia, que será elaborado por la Comisión de Fortalecimiento de la Democracia, dependiente del Ejecutivo.No mencionó el nombre de Vladimiro Montesinos, el poderoso asesor del presidente ...

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Una sola alusión a las reformas políticas pendientes en un discurso de una hora. Alberto Fujimori dijo en su primera intervención del tercer mandato presidencial que las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y el Servicio de Inteligencia Nacional deben adecuarse a la nueva situación, porque Perú ya vive en paz. El presidente anunció un inminente proyecto de readaptación del aparato policíaco-militar y de inteligencia, que será elaborado por la Comisión de Fortalecimiento de la Democracia, dependiente del Ejecutivo.No mencionó el nombre de Vladimiro Montesinos, el poderoso asesor del presidente que controla el servicio de contraespionaje, y cuya destitución reclama la oposición y ha sido planteada por la Organización de Estados Americanos. Montesinos es considerado como el responsable de la guerra sucia contra la oposición política, y Fujimori contempla la posibilidad de nombrarle para un cargo más expuesto públicamente.Fujimori no hizo ninguna otra mención a las asignaturas pendientes que tiene Perú, sin las cuales no puede considerarse una democracia consolidada.

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El mandatario hizo gala de su marcada tendencia al autoritarismo, del que dio la primera muestra en abril de 1992 cuando decidió disolver el Congreso y convertirlo en una Cámara unicameral fiel al poder. El gesto adusto cuando los diputados de la oposición le dirigieron un sonoro abucheo antes de abandonar el Hemiciclo marcó el inicio de un acto de investidura que generó una protesta popular sin parangón.

El presidente enumeró una larga lista de promesas para mejorar las deficientes condiciones de vida de amplios sectores de la población. Pero no dijo una palabra de la restitución de los tres magistrados del Tribunal Constitucional, inoperante desde mayo de 1997, o de la devolución a sus antiguos propietarios de dos canales de televisión incautados por mantener posturas críticas contra un Gobierno dueño en la práctica de la televisión de señal abierta. Sólo un canal de cable, que no llega a 300.000 hogares, ofrece información independiente.

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