FESTIVAL DE BURGOS

Beethoven y Antonio José

Renueva la ciudad de Burgos su voluntad de poseer un festival con perfiles propios. El Ayuntamiento actual promueve el estío musical burgalés de cuya dirección se ha encargado el maestro Rafael Frühbeck de Burgos, diseñador preciso de un proyecto diferente e innovador, dedicado al gran repertorio universal junto al contemporáneo y a la recuperación y estreno de obras de autores burgaleses históricos y actuales.Ambas dimensiones se cumplieron en el concierto inaugural celebrado el domingo en el teatro Principal, totalmente repleto de público. Antonio José Martínez Palacios (1902-1936) represent...

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Renueva la ciudad de Burgos su voluntad de poseer un festival con perfiles propios. El Ayuntamiento actual promueve el estío musical burgalés de cuya dirección se ha encargado el maestro Rafael Frühbeck de Burgos, diseñador preciso de un proyecto diferente e innovador, dedicado al gran repertorio universal junto al contemporáneo y a la recuperación y estreno de obras de autores burgaleses históricos y actuales.Ambas dimensiones se cumplieron en el concierto inaugural celebrado el domingo en el teatro Principal, totalmente repleto de público. Antonio José Martínez Palacios (1902-1936) representa un hito, truncado por la muerte violenta, en la esperanza y la realidad cultural de la ciudad del Arlanzón y la Novena sinfonía de Beethoven es y será el canto más elevado y perdurable a la alegría y la libertad de los hombres y los pueblos.

La versión que hace Frühbeck de esta inmensa partitura es siempre esclarecedora, vital, humanística y apasionada, pero en esta ocasión se benefició de una circunstancia: la plantilla vocal y orquestal de la Clásica de Madrid y el Coro Nacional, más reducida de lo habitual y, a fin de cuentas, más ceñida al original beethoveniano. Pudimos escuchar así muchos detalles geniales que se ocultan a veces tras la multiplicación de los efectivos y el consiguiente afán de grandiosidad. Coro y orquesta, así como un cuarteto internacional formado por la soprano Simone Kermes, la mezzo María José Suárez, el tenor Winslade y el bajo Huijpen.

En evocación, escrita y estrenada en 1928, sigue Antonio José una idea literaria, casi azoriniana, descrita por el músico y transcrita por el profesor Palacios Garoz. Se trata de musicalizar "el sendero ingenuo que pasa mirando a la era". El tratamiento orquestal es muy bello en su serena melancolía. La Marcha para soldados de plomo, que Antonio José dejó en versión para piano, fue orquestada hace unos años por Alejandro Yagüe, un valor cierto en el panorama de la actual música española. El acto terminó, después de largos minutos de aplausos, con el Himno a Burgos del maestro Calleja.

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