Tribuna:BILBAO 700 AÑOS

Los artistas de la Villa

Nadie duda de que el Museo Guggenheim ha colocado a Bilbao en un lugar destacado dentro de lo que llamamos el mundo del arte contemporáneo. Sin embargo, no convendría olvidar que esta ciudad posee vínculos muy vivos y profundos en relación con el arte plástico, al menos desde mediados del siglo XIX hasta el hoy mismo.La nómina de artistas de singular relieve nacidos en Bilbao es bastante considerable. Quien suele aparecer al frente de todos tiene por nombre Francisco de Bringas (1827-1855). Él fue el primero de los artistas vascos que viajó a París para conocer qué se hacía en la capital del m...

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Nadie duda de que el Museo Guggenheim ha colocado a Bilbao en un lugar destacado dentro de lo que llamamos el mundo del arte contemporáneo. Sin embargo, no convendría olvidar que esta ciudad posee vínculos muy vivos y profundos en relación con el arte plástico, al menos desde mediados del siglo XIX hasta el hoy mismo.La nómina de artistas de singular relieve nacidos en Bilbao es bastante considerable. Quien suele aparecer al frente de todos tiene por nombre Francisco de Bringas (1827-1855). Él fue el primero de los artistas vascos que viajó a París para conocer qué se hacía en la capital del mundo del arte. Le siguen Juan de Barroeta (1835-1906), destacado por su condición de pintor de paisajes; Eduardo Zamacois (1841-1871), autor de un pequeño y, al mismo tiempo, delicioso óleo titulado La visita inoportuna, y Anselmo Guinea (1854-1906), un delicado retratista y pintor costumbrista.

Otro cuarteto a tener en cuenta es el compuesto por Adolfo Guiard (1860-1916), el vigoroso creador quien fuera amigo de Degas, al que sigue con fidelidad y sumo respeto; Manuel Losada (1865-1949), autor de celebradas escenas festivas del Bilbao preindustrial, pintadas al pastel, y primer director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, cargo que ocupó hasta su fallecimiento; Juan Echevarría (1875-19312), retratista y autor, sobre todo, de bodegones de gran calidad, y Aurelio Arteta (1879-1940), tal vez el artista bilbaíno dotado con más potencia plástica. Algunas de sus obras más logradas, como El puente de Burceña, Tríptico de Guerra, Los náufragos o El acordeonista, contienen valores de alto crédito, con la particularidad de ser obras donde se busca una ansiada modernidad.

A partir de esos nombres llegamos a nuestros días. La lista es nutrida y acrecida. Están en la mente de todos los nombres más significativos. Para no herir susceptibilidades, permítaseme dejar de explicitar nombre alguno, para recordar el acontemiento que supuso la exposición internacional celebrada en la capital vizcaína el verano de 1919. Ese evento exposicional ilustra la importancia que se daba al arte en nuestra ciudad, en aquellos lejanos días. Allí se pudieron ver 19 obras de Paul Gauguin, dos de Van Gogh, dos de Cézanne, tres de Pablo Picasso, dos de Signac, con el añadido de una obra por cabeza que aportaban Monet, Courbet, Renoir, Seurat, Sisley, Vuillard, Pissarro, Matisse, Bonnard, Mary Cassatt, entre otros muchos.

La contribución de los artistas españoles se cifraba en 30 obras de Regoyos, 24 de Zuloaga, 20 de Juan Echevarría, 17 de Iturrino, 15 de Nonell, nueve de Santiago Rusiñol, cinco de Solana, más los hermanos Zubiaurre, Vázquez Díaz, Beruete, Basiano, Casas, Meztu, Arteta, Echevarría, por dar unos pocos nombres. Asombroso, ¿verdad?

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