Entrevista:BILBAO 700 AÑOS

JUAN CARLOS EGUILLOR, DIBUJANTE "La imagen del Bilbao de hoy es una bolsa de Armani con el Guggenheim dentro"

Juan Carlos Eguillor, un bilbaíno nacido en San Sebastián hace ya 52 años por causa del veraneo familiar, no puede imaginar mejor escenario que Bilbao para los personajes que le rondan por la cabeza. Un Bilbao que él ve narcisista e imagina fundado hace poco más de 100 años, en medio de una riqueza minera que ya no existe.Pregunta. ¿Le pesan a la ciudad los 700 años?

Respuesta. Yo creo que no hemos sido conscientes de que Bilbao tuviera 700 años. Me da la impresión de que Bilbao es del siglo XIX. Lo anterior es como un pasado de guardarropía. No lo conocemos muy bien. Siempre he pensado...

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Juan Carlos Eguillor, un bilbaíno nacido en San Sebastián hace ya 52 años por causa del veraneo familiar, no puede imaginar mejor escenario que Bilbao para los personajes que le rondan por la cabeza. Un Bilbao que él ve narcisista e imagina fundado hace poco más de 100 años, en medio de una riqueza minera que ya no existe.Pregunta. ¿Le pesan a la ciudad los 700 años?

Respuesta. Yo creo que no hemos sido conscientes de que Bilbao tuviera 700 años. Me da la impresión de que Bilbao es del siglo XIX. Lo anterior es como un pasado de guardarropía. No lo conocemos muy bien. Siempre he pensado que era un pequeño pueblecito hasta que surgió, de repente, el Bilbao de las minas. Yo a Bilbao siempre le llamo la mater metalúrgica, porque es una ciudad con su destino marcado por las minas y la industria metalúrgica.

P. Sí, pero de eso ya no queda nada.

R. No, ahora tiene otros destinos mucho más lights.

P. ¿Y no le gustan?

R. Lo que le ha sustituido sólo tiene imagen. Es un decorado. Algún día tengo que dibujar ese cuento en que por un extraño mecanismo que tiene dentro el Guggenheim se desprenderá del muelle e irá navegando por la Ría hasta el Abra, cruzará el Atlántico y volverá a Nueva York.

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P. Es un cuento pesimista.

R. No, no soy pesimista ni agorero. Sinceramente, pienso que es mejor tener el Guggenheim que no tenerlo. Es un edifico extraordinario y le ha dado imagen a la ciudad, pero yo me preguntó qué hubiera sido de Bilbao sin el Guggenheim y qué podrá ser cuando el efecto Guggenheim desaparezca, y si somos conscientes de haberlo aprovechado. Ha tenido una gran influencia en el nombre de la ciudad a nivel internacional, en que haya venido gente, y también en el urbanismo y la arquitectura, pero a nivel artístico creo que no ha supuesto nada. Ni siquiera se ha trabajado la imagen.

P. ¿Qué propondría usted como imagen del 700º aniversario?

R. No sé. Lo veo como una imagen en la que don Diego López de Haro surgiera de la Ría, como el monstruo del lago Ness. Don Diego es, al fin y al cabo, la referencia más sólida que tenemos del pasado y creo que tampoco la gente conoce mucho al personaje. De hecho, para un cartel que he hecho por encargo he utilizado la imagen, disfrazándola de Cristóbal Colón, y nadie se ha dado cuenta.

P. ¿Merecería la pena recuperar el personaje de don Diego?

R. Me da un poco de miedo.

P. ¿Por qué?

R. A lo mejor resulta siniestro. No sé nada de él. Si fuera bueno, mágico, maravilloso, ya lo sabríamos. En realidad, creo que no hay ningún personaje histórico de importancia en Bilbao, capaz de convertirse en simbólico. Me interesa mucho la mitología bilbaína, pero me la tengo que inventar yo. Por eso dibujo peces con paraguas.

P. ¿Y entre esos personajes, cual sería el del Bilbao de hoy?

R. Últimamente estoy dibujando mucho otra vez el personaje del paraguas. Me he preguntado si obedece a la actualidad, pero no tiene que ver más que con una sensación de nostalgia. La imagen del Bilbao de hoy, se me ocurre que es una bolsa de Armani con el Guggenheim dentro. Pocas ciudades tiene tanto narcisismo sobre su imagen y su nombre como Bilbao y Nueva York, salvando las distancias.

P. ¿De dónde cree que viene ese narcisismo?

R. De ser nuevo rico de principios de siglo. Pero tiene algo de autoironía; lo terrible es tomárselo en serio.

P. ¿No le gustan los cambios de Bilbao?

R. Naturalmente hay un nuevo Bilbao, pero creo que va a haber una serie de pastiches arquitectónicos de cuidado. Hay una parte de la ciudad que va a ser para ricos y profesionales muy bien pagados. Y eso convive con lo terrorífico de la vida política. Es asfixiante que no haya un espacio para otras cosas.

P. ¿Qué echa de menos?

R. Echo en falta la fiesta que había cuando pensábamos que este país era para todos. Era muy creativo, la manifestación era una juerga en la calle. Si hablo de nostalgia es porque me refugio al ver la dureza del presente.

P. Pero si sus proyectos están mirando a las nuevas formas de comunicación...

R. Sí, me interesa mucho la virtualidad, que quizá sea la solución: crear un país virtual en el que cada uno pueda ser como quiera.

P. ¿Qué cambiaría para dejar huella del 700º aniversario?

R. En determinados edificios colocaría unas chimeneas de cartón. Pero como sé que no lo puedo hacer, lo hago con el ordenador y los collages. Más que cambios reales, como que la Ría deje de oler mal o mejore el urbanismo, que está muy bien, hablaría de un Bilbao estado mental, una virtualidad en la que se puede ser blanco, negro, abertzale o no abertzale. Una virtualidad flexible y mutante.

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