80º aniversario de la muerte de Joselito en la plaza de Talavera

Tal día como hoy, hace ochenta años, cayó Joselito sobre la arena de la plaza de Talavera. Bailaor, de la Viuda de Ortega, un toro burriciego al que el diestro había intentado hacer que tomara la muleta, se arrancó de improviso al entrar el torero en su campo de visión y, tras una cornada seca y certera, le sacó los intestinos.Joselito murió horas después en la enfermería de la plaza, mientras el pueblo seguía en la calle con el grito, la risa frutal y el cohete. En una conocida fotografía, que se ha publicado miles de veces, se ve la cabeza del matador, que más que muerto parece serenamente d...

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Tal día como hoy, hace ochenta años, cayó Joselito sobre la arena de la plaza de Talavera. Bailaor, de la Viuda de Ortega, un toro burriciego al que el diestro había intentado hacer que tomara la muleta, se arrancó de improviso al entrar el torero en su campo de visión y, tras una cornada seca y certera, le sacó los intestinos.Joselito murió horas después en la enfermería de la plaza, mientras el pueblo seguía en la calle con el grito, la risa frutal y el cohete. En una conocida fotografía, que se ha publicado miles de veces, se ve la cabeza del matador, que más que muerto parece serenamente dormido, y detrás de ella, inclinado sobre el rostro frío e inerte del torero, está su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, que esa tarde alternaba con él mano a mano.

A lo largo de esos ochenta años han muerto en el ruedo muchos toreros. Pero al único a quien se recuerda, en la fecha del aniversario de su fallecimiento, es a este maestro de Gelves. Y en la mayoría de las plazas en las que se celebran corridas en este día, los matadores hacen el paseíllo descubiertos y se guarda un minuto de silencio.

Ochenta años son muchos años y, por eso, es muy difícil que viva todavía algún aficionado que lo viera torear. El chaval que tuviera entonces quince años y hubiera presenciado una actuación suya tendría ahora noventa y cinco. Si queda alguno, es posible que le fallen los recuerdos. Así, es difícil que podamos escuchar el relato de sus hazañas en los ruedos de boca de algún contemporáneo.

Pero no importa. Joselito está en el recuerdo de todos, como sucede siempre con todos los héroes transformados en mitos. De él sabemos, a través de relatos escritos y de películas, que fue un lidiador poderoso, gran conocedor, desde muy niño, de los secretos de la tauromaquia. Dueño de un larguísimo repertorio de lances con el capote. Banderillero artístico y espectacular. Torero, en una palabra.

Hombres así hace ya algún tiempo que no nacen. Por eso, en este 80º aniversario Las Ventas y la afición volverán a rendirle el homenaje de todos los años.

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