Tribuna:DÍA A DÍA

Abstinencia

Llegaba doña Cuaresma, gruñona, vieja, reseca, con vestidos negros y crespones morados y, a golpe de estolas y manípulos, exilaba al golfo don Carnal -Carnaval, de carne levare, significa quitar la carne; Carnestoltes, de carnes tollitas, carnes prohibidas- forzaba a un periodo més llarg que la Quaresma de arrepentimiento, rigor y penitencia y oscura culpa.Tiempo de tristeza -ya no es lo que era, cuando lo era, hoy se celebraba san Gabriel, portador de las mejores noticias y, por ello, abogado de carteros y telecomunicadores-, mortificación y represión de instintos. La gula se esquivaba con la...

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Llegaba doña Cuaresma, gruñona, vieja, reseca, con vestidos negros y crespones morados y, a golpe de estolas y manípulos, exilaba al golfo don Carnal -Carnaval, de carne levare, significa quitar la carne; Carnestoltes, de carnes tollitas, carnes prohibidas- forzaba a un periodo més llarg que la Quaresma de arrepentimiento, rigor y penitencia y oscura culpa.Tiempo de tristeza -ya no es lo que era, cuando lo era, hoy se celebraba san Gabriel, portador de las mejores noticias y, por ello, abogado de carteros y telecomunicadores-, mortificación y represión de instintos. La gula se esquivaba con la abstinencia de carne, tenida por patrimonio del diablo y esencia misma del pecado y que los más puritanos prolongaban hasta la manteca de cacao -ahora se sustituirá por sebo de vaca loca anglosajona, con lo que la UE fastidiaba a la industria chocolatera de la Vila y a los países pobres que se defienden con cacahuete- y no tomaban herético chocolate, usado a mansalva y sin recato por el clero secular y regular.

El bacalao mismo se consideraba una golosina -ahora, lo es, por el precio- y se reservaba para días festivos. Los poco ortodoxos defendían, para escándalo de los píos, que los caracoles no eran carne y cocinaban pato por ser animal de agua; un sabio abad del XIV, sin peces, lanzaba cerdos al riachuelo para que los monjes los recogieran en redes y, así, eran pescados. Del mismo siglo era santa Catalina de Suecia, que, al casarse, exigió a Edgar von Kyren voto de castidad, para cumplirlo se fue a Roma (1350), y a los 19 años ya era viuda, lo que también ayudó lo suyo; durante la cuarentena sagrada se exigía la continencia carnal -la carn vol carn, Ausiàs March- del sexo, Jaume Roig, perito y médico, aseguraba: L'home qui s'absté d'això en Quresma, a Cinquagesma, cornut se troba.

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