Barak anuncia mayores bombardeos sobre Líbano tras la muerte de otro soldado israelí

El primer ministro israelí, Ehud Barak, advirtió ayer de que la muerte de otro soldado en el sur de Líbano va a provocar "consecuencias muy dolorosas en territorio libanés". La muerte del soldado israelí a manos del Hezbolá hizo fracasar un intento de diálogo entre los países beligerantes para zanjar la crisis de Líbano abierta hace dos semanas. Israel, que se negó a participar en la reunión y retiró su delegación como consecuencia del incidente, envió ayer de nuevo sus aviones para que bombardearan el sur del país. Se trata del séptimo soldado israelí que muere en diez días.

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El primer ministro israelí, Ehud Barak, advirtió ayer de que la muerte de otro soldado en el sur de Líbano va a provocar "consecuencias muy dolorosas en territorio libanés". La muerte del soldado israelí a manos del Hezbolá hizo fracasar un intento de diálogo entre los países beligerantes para zanjar la crisis de Líbano abierta hace dos semanas. Israel, que se negó a participar en la reunión y retiró su delegación como consecuencia del incidente, envió ayer de nuevo sus aviones para que bombardearan el sur del país. Se trata del séptimo soldado israelí que muere en diez días.

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Los 1.500 habitantes de la aldea de Ain Basuar, situada en los contrafuertes del sur de Líbano a poco menos de dos kilómetros de las piezas de artillería de Israel, habían puesto todas sus esperanzas en la reunión del Comité de Vigilancia Internacional para el Alto el Fuego, que debía haber posibilitado el diálogo entre Siria, Israel y Líbano, cerrando así una crisis iniciada hace dos semanas.Las ilusiones de paz de los vecinos de Ain Basuar, en tres ocasiones bombardeados durante la última semana, se vieron truncadas inesperadamente al mediodía, mientras se vestían de gala para asistir a la plegaria del viernes en la mezquita del pueblo, y conocer la noticia del ataque de la guerrilla de Hezbolá a la posición israelí, en el castillo de Beaufort, donde murió un soldado hebreo y fueron heridos otros dos compañeros.

La delegación israelí, que, junto con la de Siria y Libano, Estados Unidos y Francia, había acudido al cuartel general de la Finul -Fuerzas Interinas de Naciones Unidas en Líbano-, situado en la localidad de Naqura, en la franja ocupada, se negó a participar en la reunión del Comité Internacional de Vigilancia de Alto el Fuego, la única plataforma oficial que reúne a los contendientes y de la que se esperaba que saliera el acuerdo de una tregua.

Como si se tratara de un movimiento reflejo, los aviones israelíes volvieron de inmediato a sobrevolar el sur de Libano y a bombardear los alrededores de Ain Basuar, en la comarca de Iklim El Tufah -el barrio de las manzanas- para continuar haciéndolo con posterioridad sobre las áreas cercanas de Tiro y Saida, también en el sur del país.

"Nuestro pueblo ha sido bombardeado en no menos de 15 ocasiones durante los últimos años. Han muerto tres vecinos y se han destruido más de 50 casas. No tenemos ninguna protección, ni siquiera la del Ejército libanés. Sólo los hombres de Hezbolá vienen de vez en cuando aquí y nos dan ayuda para reconstruir nuestras casas. Sólo podemos confiar en ellos", aseguraba ayer, momentos antes de los bombardeos, el alcalde de Ain Basuar, Ruda Karaki, de 68 años de edad, descendiente del único héroe local, Mohamed Ali Kaaki, el primer piloto del Líbano, cuyo busto adorna la plaza del pueblo.

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Ain Basuar, como otros muchos pueblos del sur de Líbano, han perdido la mayor parte de sus habitantes en una emigración forzada hacia los barrios shiçies de la capital, Beirut, donde tratan vanamente de encontrar la seguridad, la protección y el empleo perdidos en sus tierras. Este sentimiento de abandono afecta también a los habitantes de las grandes ciudades del sur, como los de Tiro, que el pasado miércoles fueron aterrorizados por una operación de un comando aéreo israelí, que trató en plena noche, desde un helicóptero, de dar muerte a un jefe de Hezbolá que creía refugiado en el undécimo piso de un inmueble, situado junto a mar y al lado del Ayuntamiento de la ciudad.

"Los isarelíes destruyeron con un misil el apartamento, pero no pudieron alcanzar su objetivo. El jefe de la milicia ya se había ido", aseguraba ayer Farida, una vecina de Tiro, en voz baja, como si temiera ser oída por alguien, mientras que desde el balcón de su casa trazaba con el dedo una línea imaginaria, con la que trataba de reconstruir el recorrido que hacen prácticamente a diario los aviones israelíes a los que ve despegar desde las posiciones cercanas.

Farida asegura que no tiene otra protección que la que le da la milicia local de Hezbolá, convertida en su opinión "en un muro de contención de una nueva invasión de los israelíes". Dice que con el tiempo y los acontecimientos ha aprendido a confiar en esta milicia shií. "Ellos son los únicos que nos protegen, Beirut está muy lejos".

Mientras tanto, en Israel, Barak se reunió con los jefes de su Ejército para evaluar la situación creada al norte de sus fronteras. "Es deseable que estos días todo el pueblo se una a los soldados y los apoye absolutamente", señaló el primer ministro, quien había prometido durante la campaña electoral del año pasado que retiraría al Ejército israelí de Líbano en julio de este año.

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