Sin tiempo para ganarse el jubileo

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, cruzó ayer una de las cuatro puertas de basílicas romanas -la de Santa María la Mayor- que permiten ganarse el jubileo. Pero ni se confesó, ni comulgó, ni rezó por las intenciones del Papa. Sólo pudo entrar en la basílica y hacerse unas fotos, en las majestuosas escalinatas, con unas monjas de la congregación del Amor Misericordioso. Y es que a esta Roma que bulle de creyentes que vienen ganarse el jubileo, Pujol llegó con una apretada agenda.El avión que transportaba al presidente de la Generalitat aterrizó a primera hora de la mañana en la zona m...

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El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, cruzó ayer una de las cuatro puertas de basílicas romanas -la de Santa María la Mayor- que permiten ganarse el jubileo. Pero ni se confesó, ni comulgó, ni rezó por las intenciones del Papa. Sólo pudo entrar en la basílica y hacerse unas fotos, en las majestuosas escalinatas, con unas monjas de la congregación del Amor Misericordioso. Y es que a esta Roma que bulle de creyentes que vienen ganarse el jubileo, Pujol llegó con una apretada agenda.El avión que transportaba al presidente de la Generalitat aterrizó a primera hora de la mañana en la zona militar del aeropuerto de las personalidades políticas: Ciampino. Al pie de la escalerilla lo esperaba el embajador español, Juan Prat. De viaje hacia el Quirinal, para entrevistarse con el presidente de la Republica, Carlo Azeglio Ciampi, Pujol aprovechó para hacer la pequeña escapada a la basílica. Con Ciampi hubo una larga conversación -casi una hora- sobre inmigración, economía y Europa, entre otros asuntos. A mediodía, se entrevistó con representantes de la Asociación de Catalanes en Roma, que preside el jesuita Josep Maria Benítez, colaborador de Miquel Batllori.

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Con el alcalde de Roma, Francesco Rutelli, amigo de Pasqual Maragall -lo reconoció el propio Pujol-, también hubo cordialidad. No en vano Pujol, según confesó, sigue la política italiana desde hace 50 años. Ayer recordó cuando en 1950 llegó a Roma atraído por el jubileo y por algunos políticos, como el democristiano Giorgio La Pira, que fue alcalde de Florencia y por cuya orientación humanista el entonces joven Jordi Pujol sentía una gran atracción.

A sus contactos con políticos, Pujol añadió ayer una entrevista al diario La Repubblica, una visita a la Radio televisión Italiana y una cena en el Palazzo Ruspoli, donde el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) muestra una exquisita exposición de arte románico y gótico catalán. No obstante, Pujol no tuvo tiempo esta vez para ganarse el jubileo.

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