Reportaje:

La fiesta de las conmemoraciones

Los actos conmemorativos de algunos de los grandes creadores andaluces de todos los tiempos han caracterizado en gran medida los últimos cuatro años de trabajo de la Consejería de Cultura. Pocas veces en una legislatura coinciden recordatorios tan importantes como los de Manuel de Falla, Federico García Lorca, Averroes, Velázquez y, en los meses próximos, del arquitecto, pintor y escultor granadino Alonso Cano, a quien Cultura pretende colocar en el lugar que le corresponde con motivo de cumplirse en 2001 el cuarto centenario de su nacimiento.Tales conmemoraciones han constituido los hitos bri...

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Los actos conmemorativos de algunos de los grandes creadores andaluces de todos los tiempos han caracterizado en gran medida los últimos cuatro años de trabajo de la Consejería de Cultura. Pocas veces en una legislatura coinciden recordatorios tan importantes como los de Manuel de Falla, Federico García Lorca, Averroes, Velázquez y, en los meses próximos, del arquitecto, pintor y escultor granadino Alonso Cano, a quien Cultura pretende colocar en el lugar que le corresponde con motivo de cumplirse en 2001 el cuarto centenario de su nacimiento.Tales conmemoraciones han constituido los hitos brillantes de un mandato en el que la titular del gabinete, Carmen Calvo, ha tenido que mantener una ofensiva constante, producto según ella de una previa desconsideración hacia la Junta de Andalucía, con el Gobierno de la nación y, en concreto, con el Ministerio de Educación y Cultura que no sólo se ha negado a colaborar en determinadas celebraciones sino que ha mostrado una actitud provocativa como cuando intentó por todos los medios recuperar la gestión sobre el conjunto de la Alhambra y el Generalife.

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También ha debido pelear con su propio gobierno para obtener unos presupuestos acordes con sus pretensiones. No siempre lo ha logrado.

A causa de las diferencias políticas con el Gobierno de Madrid que han distinguido la legislatura, Cultura no ha asumido, a pesar de los cuatro largos años transcurridos, las ansiadas competencias sobre el patrimonio museístico andaluz. Tampoco llegaron las inversiones esperadas desde el Gobierno central. Durante la legislatura que acaba la comisión de transferencias de Cultura apenas se ha reunido unas pocas veces para tratar asuntos tales como el Xacobeo. Andalucía, pues, tendrá que esperar a los cambios que deparen las nuevas elecciones para que los museos le sean transferidos.

La exposición de Velázquez ha sido la conmemoración que ha permitido el último lucimiento de la Consejería de Cultura. En pocas ocasiones coinciden tantas oportunidades para honrar la memoria de los creadores andaluces. La de Federico García Lorca fue una conmemoración mucho más discreta. Cultura, bajo el rótulo De Granada a La Luna, subvencionó un proyecto multimedia que incluía unos videos artísticos más bien elitista, un disco irregular de canciones lorquianas y un juego educativo de ordenador que fue presentado durante este año y cuya distribución no ha sido eficaz.

Por contra, la conmemoración de Velázquez fue preparada con suficiente antelación y de una manera exquisita. Su catálogo quedará sin duda como una de las ediciones más importantes aparecidas en el año del recordatorio del pintor sevillano. La exposición también será memorable, no ya por reunir la mayor parte de las obras que pintó Velázquez en Sevilla sino por la eficiente recreación de la cultura de aquellos siglos.

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Pero Velázquez fue también uno de los pulsos más importantes ganados por la Consejería de Cultura al Ministerio de Educación y Cultura. La actitud pasiva del ministerio ante las invitaciones a colaborar en una de las grandes exposiciones del circuito europeo de 1999 sólo se entiende dentro del conflicto político general que ha enfrentado al Gobierno del PP en Madrid con el de la Junta de Andalucía y que ha traído más desventajas que beneficios para la comunidad.

En esta controversia hay que enmarcar la otra contienda planteada por Madrid, con el apoyo de la anterior corporación municipal de Granada, para crear, por medio de una artimaña sospechosamente inconstitucional, un consejo asersor que asumiera las competencias sobre la Alhambra.

Dos conceptos diferenciados pugnaban en esta confrontación: la actitud populista del PP granadino, preocupado por explotar turísticamente el conjunto monumental, y la más equlibrada, restrictiva y respetuosa del Gobierno autónomo.

Entre los nombres de los grandes creadores que han protagonizado de algún modo esta legislatura destaca, pese a no estar incluido dentro de una cifra redonda de muerte o nacimiento, el de Pablo Picasso. La Consejería de Cultura ha garantizado que Málaga, la ciudad donde nació el genio andaluz, contará con un museo a la altura de los existentes en las otras ciudades, españolas o francesas, que influyeron en la vida del artista.

Cultura, en cambio, ha mantenido una actitud ambigua ante la reciente polémica sobre el testamento de Rafael Alberti a pesar de que está en juego la recuperación para Andalucía del patrimonio que el poeta donó cuando estaba en pleno uso de sus facultades.

En el plano legislativo, la Consejería de Cultura ha cubierto dos huecos importantes con la ley de Archivos y la de planificación de la política cultural a través del Plan de Bienes Culturales, ésta última con varios años de retraso sobre el plazo previsto. Otros proyectos normativos que no han visto la luz, según la oposición, son el reglamento de museo, la ley de Fundaciones, la de Acceso a la Información, el reglamento de Archivos, el de Conservación y Restauración del Patrimonio Histórico, y el de Actividades Etnológicas.

En cambio, vieron la luz tres importantes instituciones: el Centro de Arte Contemporaneo, con sede en Sevilla; el Andaluz de las Letras, radicado en Málaga, y el de Arqueología Subacuática de Cádiz, cuya misión es proteger los fondos históricos del Estrecho.

Si las relaciones con el Ministerio de Educación y Cultura han sido malas, las de Cultura con los Ayuntamientos gobernados hasta el pasado mes de junio por el PP han sido relativamente fluidas, aunque no exentas de ciertas reticencias mutuas. Ahí están los casos de Granada, Málaga o Huelva. Con las Diputaciones, en cambio, Cultura ha impulsado la construcción de numerosos teatros, que se unen a un importante circuito que ha puesto a disposición de las compañías teatrales y a la creación del Instituto de las Artes Escénicas de Andalucía, con doble sede en Sevilla y Granada y al que se ha incorporado el prestigioso director teatral José Carlos Plaza.

Así ve Carmen Calvo su gestiónCultura, según la oposición del PP

"Hemos cumplido los compromisos electorales y afrontado con eficacia los retos imprevistos. En el ámbito normativo hemos aprobado la Ley de Archivos, algunos reglamentos y elaborado el Plan de Bienes Culturales. En cooperación con todas las Diputaciones estamos construyendo más de 70 teatros. El Plan Andaluz de Catedrales está actuando en todas ellas y en convenios con la Iglesia, restauramos más de 60 iglesias. Los trabajos para el museo Picasso constituyen un hito histórico. No hemos faltado a los recordatorios de los creadores andaluces, a veces sin la colaboración del Gobierno de la nación".

Cultura, según la oposición del PP

Eugenio Gonzálvez, parlamentario del PP: "Cultura ha perdido peso en los presupuestos. El de la RTVA, por ejemplo, es superior. La actividad normativa ha sido nula. Han faltado ocho proyectos y uno de los dos aprobados, la ley de Archivos, consintió en revisar un artículo. El Plan de Bienes Culturales se ha presentado en 1999, con 4 años de retraso. Para escapar al control del Parlamento, se ha ampliado el presupuesto de la Empresa de Gestión de Programas Culturales, que no está sometida a intervención de la Cámara. El 1% que las otras consejerías deben invertir en cultura ha llegado con retraso".

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