China sigue confinando a algunos disidentes en centros psiquiátricos

Un disidente chino que permaneció más de siete años en un psiquiátrico después de enarbolar una pancarta de protesta en la plaza de Tiananmen, en 1992, ha vuelto a ser encarcelado en un hospital para enfermos mentales. Activistas de derechos humanos han pedido a la ONU una investigación. Este caso es un ejemplo inusual, pero alarmante, del uso de los psiquiátricos por parte de las autoridades para silenciar a los opositores políticos, según los abogados.Después de su detención, en junio de 1992, por su protesta, Wang Wanxing fue enviado al hospital psiquiátrico de Ankang, cerca de Pekín, un ce...

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Un disidente chino que permaneció más de siete años en un psiquiátrico después de enarbolar una pancarta de protesta en la plaza de Tiananmen, en 1992, ha vuelto a ser encarcelado en un hospital para enfermos mentales. Activistas de derechos humanos han pedido a la ONU una investigación. Este caso es un ejemplo inusual, pero alarmante, del uso de los psiquiátricos por parte de las autoridades para silenciar a los opositores políticos, según los abogados.Después de su detención, en junio de 1992, por su protesta, Wang Wanxing fue enviado al hospital psiquiátrico de Ankang, cerca de Pekín, un centro que la Oficina de Seguridad Pública utiliza para los criminales locos o los que suponen una amenaza para la sociedad. Su mujer sostiene que nunca le han dado un diagnóstico oficial. A principios de 1997, en respuesta a la preocupación internacional sobre este caso, un informe del Gobierno aseguró que Wang sufría "alucinaciones paranoicas" que le causaron "su intento de perturbar el orden social". Sin ningún proceso legal abierto, Wang fue mantenido en este hospital desde 1992 hasta agosto de 1999, cuando le dieron tres meses de libertad de prueba.

Pero, el pasado 23 de noviembre, la policía se llevó de nuevo a Wang al psiquiátrico de Ankang para "mayor observación". La esposa de Wang y otros que se han reunido o hablado con él creen que ha sido confinado de nuevo porque había declarado su intención de celebrar una conferencia de prensa para describir su experiencia. "Lo que siento ahora es una sensación indescriptible de dolor e injusticia", dijo el lunes su esposa, Wang Junying. "Siento que el Gobierno ha traicionado sus promesas". La protesta de Wang en 1992 tuvo una gran respuesta en la prensa extranjera, lo que provocó el enfado de Pekín.

El uso de pretextos psiquiátricos para encarcelar a disidentes es raro en China, especialmente en comparación con la antigua URSS, donde era frecuente. Se conocen pocos casos, según Liu Qing, presidente de Derechos Humanos en China, un grupo con sede en Nueva York. En Shanghai, un activista sindical llamado Wang Miaogen, de 46 años, está confinado en un psiquiátrico desde 1993.

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