Editorial:

Excesiva prudencia

EL BANCO Central Europeo (BCE) subió ayer su tipo de interés de referencia en medio punto. También lo hizo el Banco de Inglaterra, éste, en un cuarto de punto. La decisión del BCE, insinuada con insistencia por las máximas autoridades monetarias europeas, recupera el nivel del 3% previo a la reducción, en la misma cuantía, decidida el pasado abril. Entonces, la evidencia de que algunas economías centrales del área euro (particularmente la de Alemania) se estaban debilitando era manifiesta y no había aparecido la amenaza de un repunte inflacionista.Las condiciones han variado sustancialmente de...

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EL BANCO Central Europeo (BCE) subió ayer su tipo de interés de referencia en medio punto. También lo hizo el Banco de Inglaterra, éste, en un cuarto de punto. La decisión del BCE, insinuada con insistencia por las máximas autoridades monetarias europeas, recupera el nivel del 3% previo a la reducción, en la misma cuantía, decidida el pasado abril. Entonces, la evidencia de que algunas economías centrales del área euro (particularmente la de Alemania) se estaban debilitando era manifiesta y no había aparecido la amenaza de un repunte inflacionista.Las condiciones han variado sustancialmente desde abril. La diferencia fundamental radica en el alejamiento del riesgo deflacionista -tan peligroso al menos como la inflación- vinculado a la crisis asiática, que llegó a obstaculizar seriamente las posibilidades de crecimiento de las economías centrales del área euro. Alemania, la economía más importante de la zona y de la que dependen en buena parte las expectativas de crecimiento de otros países (entre ellos España), ha exhibido hasta hace apenas unos meses un ritmo de crecimiento muy lento, acompañado de una marcada estabilidad de los precios. Todavía hoy las previsiones de crecimiento para 1999 no exceden del 1,4%, sin que nadie pueda garantizar una recuperación para el año 2000 como la que han previsto el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (alrededor del 2,5%). Tampoco hay tensiones inflacionistas en Francia, en torno al 0,6% interanual, muy por debajo del límite definido por el BCE del 2% para el conjunto del área. El índice de los 11 países del euro, incluidas las tasas manifiestamente divergentes de España y Portugal, sigue en el 1,2%.

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Es verdad que el crecimiento de la oferta monetaria ha superado la referencia del 4,5% adoptada por el BCE, pero eso no indica taxativamente que existan amenazas inflacionistas. Aunque el trabajo de los bancos centrales consiste en gran medida en anticiparse a los peligros de inestabilidad, deben hacerlo con la habilidad suficiente para no sacrificar las posibilidades de sano crecimiento de la economía para la que trabajan. En este caso, el BCE se ha podido curar en salud demasiado pronto, antes de que se produzca la amenaza. Para la economía española en su conjunto (no así para los ciudadanos endeudados con los bancos), la señal de encarecimiento del dinero es una medida favorable, aunque quizá insuficiente. Dadas las condiciones de crecimiento de la demanda interna y del consumo en España y su tasa de inflación, cuatro veces superior a la alemana y a la francesa, seguramente se requeriría un coste más elevado del precio del dinero.

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