Reportaje:

Tasas británicas y conciertos italianos

Los sistemas educativos europeos empiezan a cambiar sus tradiciones financieras

Mientras en el Reino Unido el Gobierno de Tony Blair ha impuesto tasas universitarias a los estudiantes como forma de financiación y ha apostado por la captación de alumnos adultos y extranjeros, en Francia las instalaciones de los centros corren a cargo de los ayuntamientos y regiones en los niveles no universitarios. En el panorama de Italia, la tramitación de una ley para establecer conciertos con los centros privados monopoliza el debate sobre financiación educativa en un país donde sólo reciben subvención estatal las llamadas escuelas maternales y primarias, aunque sean privadas.

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Mientras en el Reino Unido el Gobierno de Tony Blair ha impuesto tasas universitarias a los estudiantes como forma de financiación y ha apostado por la captación de alumnos adultos y extranjeros, en Francia las instalaciones de los centros corren a cargo de los ayuntamientos y regiones en los niveles no universitarios. En el panorama de Italia, la tramitación de una ley para establecer conciertos con los centros privados monopoliza el debate sobre financiación educativa en un país donde sólo reciben subvención estatal las llamadas escuelas maternales y primarias, aunque sean privadas.

En el Reino Unido, poco después de ganar las elecciones de 1997 con su lema de cabecera Educación, educación y educación, llegó a manos del Gobierno laborista británico la herramienta que necesitaba para imponer algunos de los cambios más sonados del sistema universitario nacional, informa Isabel Ferrer. Se trataba de un informe dedicado a la reforma de la educación superior en su conjunto elaborado por Ron Dearing, un empresario partidario de crear una "sociedad del aprendizaje" para afrontar el recorte, cada vez mayor, de la inversión pública sufrido por la Universidad.Su propuesta de convertir a los estudiantes en gerentes de su propio destino y pedirles, por vez primera en el Reino Unido, una contribución económica en forma de tasas anuales (hasta un máximo de 250.000 pesetas) sorprendió a los políticos y enfureció a los afectados, pero fue aceptada de inmediato por el Gabinete de Tony Blair.

Dearing tenía aún otras dos propuestas esenciales para financiar las universidades que los laboristas acogerían con entusiasmo. La primera giraba en torno a la captación de estudiantes maduros y extranjeros, los dos pilares del mercado de la educación continuada del futuro que ensalzaba. Con la otra volvía la vista al mundo empresarial como fuente de ingresos adicionales. "La empresa debe convertirse en socio y organizador a la vez de la formación necesitada por el alumno de hoy para elevar la calidad de sus estudios", dijo al presentar el informe que lleva su nombre.

Nombrado caballero por su esfuerzo al frente del Comité Investigador sobre la Enseñanza Superior, Ron Dearing repite todavía hoy que la Universidad sólo podrá sobrevivir si se adapta a los tiempos y hace suyo el concepto vital de la "educación continuada".

En la esfera de la primaria y la secundaria, la financiación crea problemas distintos en el Reino Unido. Los subsidios recibidos por algunos centros estatales son tan escasos comparados con la aportación voluntaria de los padres que hasta Tony Blair ha sido criticado por pregonar la igualdad de oportunidades y llevar luego a sus hijos a una de esas escuelas semiprivadas.

En Francia, el montante global destinado a enseñanza supone el 7,3% del PNB francés y equivale a 15,5 billones de pesetas, informa Octavi Martí. El Ministerio de Educación es el que dispone de más dinero dentro del actual Gobierno y absorbe el 21% del presupuesto del Estado. El 64,6% del total lo aporta el Estado, las regiones asumen el 20,4%, otras administraciones públicas y cajas de ayuda a las familias abonan el 2,3%; las empresas privadas, el 5,8%, y las familias, el 6,9%.

El sector privado recibió en 1998 un total de 825.000 millones de pesetas. Fue en concepto de ayuda al pago de salarios de profesores, y otros 132.000 millones, como "contribución al buen funcionamiento".

La "excepción francesa" existe también en materia de educación superior a través de las llamadas grandes écoles, centros destinados a formar las élites del Estado o para misiones altamente especializadas relacionadas con la investigación científica. Dependen del Ministerio de Educación, que les concede sus créditos, y mantienen convenciones con las universidades clásicas.

En Italia, la presencia de la escuela pública es abrumadora. Hasta el punto de que, mientras más de siete millones de estudiantes de primaria y secundaria acuden a colegios estatales, sólo 900.000 chavales frecuentan las escuelas privadas, informa Lola Galán. Escuelas que no reciben en estos momentos subvenciones del Estado.

Sólo las escuelas maternales y las elementales (para alumnos entre los tres y los 11 años) tienen derecho a una subvención estatal, aunque sean privadas; de ahí que, para la Iglesia católica nacional, haya sido siempre un caballo de batalla la lucha por la llamada "paridad escolar".

En estos momentos, y gracias a una iniciativa legislativa del Gobierno que presidiera hasta octubre de 1998 Romano Prodi, está en el Senado (en la Cámara de Diputados ha sido aprobada ya) la denominada Ley de la Paridad Escolar, que incluye ayudas económicas a los centros privados, aunque siempre por vía indirecta.

La razón para ello está en la Constitución italiana de 1948; esta Carta Magna de la nación fija en su artículo 33 un principio que atormenta al clero desde que se redactó: el que consiente la fundación de centros docentes privados, pero "sin cargo al erario público".

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