Crítica:CLÁSICA

Antes de Trento

En junio de 1978, Pro Cantione Antiqua y Bruno Turner realizaron en la iglesia londinense de St. Alban una grabación que sería publicada poco después con el título El Siglo de Oro. Aquellos tres discos -hoy, dos compactos- marcaron un antes y un después en la interpretación de la polifonía religiosa de nuestro Renacimiento. Con un grupo enteramente masculino, con la incorporación ocasional de instrumentos de viento, Turner reveló no sólo que las maravillas iban mucho más allá de Morales, Guerrero y Victoria (allí despuntaron también los nombres de Esquivel, Vivanco, Lobo, Ceballos o Navarro), ...

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En junio de 1978, Pro Cantione Antiqua y Bruno Turner realizaron en la iglesia londinense de St. Alban una grabación que sería publicada poco después con el título El Siglo de Oro. Aquellos tres discos -hoy, dos compactos- marcaron un antes y un después en la interpretación de la polifonía religiosa de nuestro Renacimiento. Con un grupo enteramente masculino, con la incorporación ocasional de instrumentos de viento, Turner reveló no sólo que las maravillas iban mucho más allá de Morales, Guerrero y Victoria (allí despuntaron también los nombres de Esquivel, Vivanco, Lobo, Ceballos o Navarro), sino que toda recreación históricamente consciente de esta música tenía que partir de unos presupuestos muy similares a los suyos.La semilla del británico germinó en suelo fértil y hoy son sobre todo sus compatriotas los mejores adalides de este repertorio. Turner apenas se prodiga ya en los escenarios, aunque mantiene una intensa actividad como editor e investigador, y a él se deben muchas de las transcripciones más fiables y difundidas de las obras maestras de nuestra polifonía. Su programa para el ciclo que Los Siglos de Oro dedica a conmemorar el cuarto centenario de la muerte de Francisco Guerrero revela conocimiento de la causa: en la primera parte, la versión pretridentina de su Missa pro defunctis (1566); en la segunda, música del sevillano arropada por sendos motetes de su maestro, Cristóbal de Morales, y de uno de sus más destacados sucesores, Alonso Lobo.

Los siglos de oro

Pro Cantione Antiqua. Director: Bruno Turner. Obras de Guerrero, Morales y Lobo. Iglesia Vieja del Monasterio del Escorial. San Lorenzo del Escorial, 23 de octubre.

De la Misa de difuntos escuchamos la versión previa a las reformas de Trento, ya que Sevilla no adoptó el uso romano hasta 1575: la versión comenzó titubeante, hasta que los cantantes se hicieron a la acústica tan expuesta de la iglesia Vieja del Monasterio de El Escorial. Más tarde, ascendió a los cielos en el Tracto, y allí se mantuvo con sólo leves oscilaciones hasta el segundo Lux aeterna. Turner explicó después, desde un punto de vista práctico, sus teorías sobre la correspondencia de tempo entre los versos en canto llano y en polifonía de los himnos litúrgicos españoles, desarrolladas en un artículo de referencia aparecido en 1995. Los dos himnos de Vísperas de Guerrero (Vexilla Regis y Lauda mater ecclesia) adquieren así otra dimensión, una férrea lógica interna, y es que a la hora de enfrentarse a esta música no basta con recrear sus sonidos. Hay que saber por qué, cómo y para qué fueron compuestas estas obras, ahora reducidas casi siempre a etéreas piezas de concierto. Con la ayuda de su veterano grupo de cantantes (allí estaban aún, cuarto de siglo después, Eswood, Penrose, Griffett o Roberts), Turner entronca esta música en la liturgia que la vio nacer y la humaniza, arrancando su expresividad sin cortapisas: sonidos, sí, pero sonidos con sentido.

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