Reportaje:

Ingenio femenino

Dicen que la necesidad agudiza el ingenio y algo debe de haber. Bette Nesmith empezó a trabajar como secretaria en 1951 para mantener a su familia y tropezó con la mecanografía, por lo que comenzó a usar una témpera blanca para corregir sus faltas. Pronto, su mistake out ("errores fuera") se generalizó entre el resto de secretarias. IBM rechazó su fórmula correctora, pero Nesmith mejoró el producto, lo rebautizó como "papel líquido" y lo comercializó por su cuenta. En 1979, se lo vendía a Gillette por unos 50 millones de dólares (7.800 millones de pesetas al cambio actual). La introducción de ...

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Dicen que la necesidad agudiza el ingenio y algo debe de haber. Bette Nesmith empezó a trabajar como secretaria en 1951 para mantener a su familia y tropezó con la mecanografía, por lo que comenzó a usar una témpera blanca para corregir sus faltas. Pronto, su mistake out ("errores fuera") se generalizó entre el resto de secretarias. IBM rechazó su fórmula correctora, pero Nesmith mejoró el producto, lo rebautizó como "papel líquido" y lo comercializó por su cuenta. En 1979, se lo vendía a Gillette por unos 50 millones de dólares (7.800 millones de pesetas al cambio actual). La introducción de nuevos soportes en los últimos años han hecho más cómodo su uso.Nesmith es una de las 30 mujeres cuya historia y trabajo se puede contemplar en la exposición Que inventen ellas hasta fin de mes, en la Casa de Cultura Okendo de San Sebastián. Dividida en cuatro secciones -Biología y Bioquímica, Física y Química, Matemáticas y Astronomía y Ecología y Vida cotidiana- la muestra bucea en los inventos y descubrimientos más destacados realizados a lo largo de la historia por mujeres, que en algunos casos tuvieron que enfrentarse a dificultades añadidas precisamente por su sexo.

Mary Montagu, introductora de la vacuna de la viruela en Europa en el siglo XVIII, se quejó muchas veces de las trabas que encontraban las mujeres en su país para formarse. Aún así, ella, educada gracias a la biblioteca de su padre, tras observar cómo combatían la viruela en Turquía, se enfrentó a la feroz oposición de la iglesia y de la propia profesión médica y logró extender el uso de la vacuna por su país y, luego, por todo el mundo.

Hablando de salud, a su mejora han contribuido mujeres como Gertrude Elion, descubridora de tratamientos anticancerígenos, Elizabeth Hazen y Rachel Brown, creadoras del primer antibiótico fungicida, y Virginia Apgar, autora del test de Apgar, que se realiza a los recién nacidos para determinar si están sanos.

Melitta Bentz, ama de casa, cambió la forma de saborear el café en 1908 al inventar la cafetera a la que dio su nombre, cuyo filtro de papel separa los posos del café sin restarle aroma ni sabor.

Bentz se codea con la Nobel de Química Dorothy Hodgkin, descubridora de la estructura de la vitamina B-12 y con la también Nobel, en este caso de Medicina, Rita Levi-Montalcini, quien halló el Factor de Crecimiento Nervioso, contribuyendo con ello a la comprensión del funcionamiento del sistema nervioso y del cerebro.

No faltan María La Hebrea, alquimista del siglo III inventora del baño maría; Caroline Herschel, astrónoma; Ada Byron, hija del poeta Lord Byron y precursora de la informática, o María Caetana Agnesi, una extraordinaria matemática del siglo XVIII, autora de fórmulas algebraicas que aún se estudian en la actualidad. Como se usa actualmente el kevlar, una fibra orgánica artificial cinco veces más fuerte que el acero que, inventada por Stephanie L. Kwoleck, se puede encontrar en sitios u objetos que van desde los vehículos espaciales hasta las pastillas de freno, pasando por los cascos de bombero, los chalecos antibalas y los guantes de cirujano.

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