Decenas de miles de colombianos salen a la calle para exigir el cese de la violencia

Las autoridades señalan como autor del asesinato de Garzón a un sector del Ejército

Hace rato que a este país, anestesiado por la violencia, no le dolía tanto una muerte. El asesinato de Jaime Garzón, periodista y humorista, puso a llorar y a reflexionar por igual a ricos y a pobres. El poste de luz donde se estrelló su camioneta después de que los sicarios dispararan contra él cinco veces; el restaurante que frecuentaba; RadioNet, donde todos los días se burlaba en serio de la realidad, y un patio del Congreso donde fue el velatorio se convirtieron en altares donde, con flores, poemas y cartas, gentes de todas las condiciones mostraron cuánto querían a Garzón.

Mataron...

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Hace rato que a este país, anestesiado por la violencia, no le dolía tanto una muerte. El asesinato de Jaime Garzón, periodista y humorista, puso a llorar y a reflexionar por igual a ricos y a pobres. El poste de luz donde se estrelló su camioneta después de que los sicarios dispararan contra él cinco veces; el restaurante que frecuentaba; RadioNet, donde todos los días se burlaba en serio de la realidad, y un patio del Congreso donde fue el velatorio se convirtieron en altares donde, con flores, poemas y cartas, gentes de todas las condiciones mostraron cuánto querían a Garzón.

Mataron la risa. ¿Qué sigue?, tituló ayer a seis columnas en su primera página el diario El Tiempo, que le dedica también su editorial. El infame asesinato "es un brutal mensaje intimidatorio que envían estos fanatizados enemigos de la reconciliación y la paz", dice.Son tres las hipótesis que estudian las autoridades sobre el crimen: una, que fueron los paramilitares -éstos desmintieron la versión-; dos, que fue un sector de ultraderecha de las Fuerzas Armadas que veían con disgusto los acercamientos de Garzón con las dos guerrillas -Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN)-; tercero, que fue un sector de las FARC que no desea la paz. La que tiene más fuerza es la segunda. A Garzón no le perdonaron su tarea de mediador en secuestros. "Estas gestiones se prestaron para confusiones y empezaron a señalarlo como colaborador de las organizaciones guerrilleras, y esto, al final, significó su muerte", dijo Fernando Britto, asesor de seguridad de Cundinamarca. El caso es que las autoridades colombianas han ofrecido 500 millones de pesos (41,5 millones de pesetas) a quien suministre información que permita la detención de los asesinos.

Rudolf Hommes, ex ministro de Economía, escribió en su columna: "Si se sigue creyendo que el Ejército y los paramilitares son medios para un mismo fin, la democracia colombiana no tiene posibilidades".

Uno de los que permaneció más tiempo, cabizbajo y triste, al lado del féretro del periodista asesinado fue Antonio Navarro Wolf, antiguo guerrillero del M-l9 y hoy congresista. "¿Qué pensaba?", le preguntaron los periodistas. "Que he tenido que enterrar a muchos amigos y que la historia violenta de este siglo la hemos hecho entre todos: la dirigencia liberal, conservadora o comunista; la izquierda y la derecha. Tenemos que arrepentirnos y tomar la decisión de cambiar porque este país está hecho polvo; no podemos seguir echándole la culpa a la minoría violenta".

Tras el entierro, la plaza de Bolívar, en pleno centro de Bogotá, se empezaba a llenar de hombres y mujeres con rosas rojas, pañuelos blancos y la bandera tricolor del país. La conmución nacional es enorme, como la de España tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA.

La cita era a las dos de la tarde, para decir "basta ya" de muertos y de secuestros; para protestar por el asesinato de Garzón, de catedráticos y estudiantes de la Universidad de Antioquía; por los seis habitantes muertos por los paramilitares el viernes en San Carlos; por los 90 que han asesinado en los últimos meses en el norte de Santander... Por la larga lista de 30.000 colombianos que caen todos los años víctimas de la violencia.

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