Los pacifistas deslucen un acto destinado a limpiar la imagen del Ejército alemán

Una docena de manifestantes, que en parte se desvistieron hasta quedarse en ropa interior, echaron a perder ayer en Berlin la solemne jura de bandera de un grupo de reclutas de la Bundeswehr (el Ejército alemán), en la que por primera vez un canciller federal alemán, por invitación del ministro de Defensa, dirigía una alocución a los jóvenes recién ingresados en el Ejército. La ceremonia se había hecho coincidir con el aniversario del atentado de un grupo de altos oficiales de la Wehrmacht (Ejército) contra Hitler, en julio de 1944.Con una aparatosa movilización policial, las autoridades alema...

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Una docena de manifestantes, que en parte se desvistieron hasta quedarse en ropa interior, echaron a perder ayer en Berlin la solemne jura de bandera de un grupo de reclutas de la Bundeswehr (el Ejército alemán), en la que por primera vez un canciller federal alemán, por invitación del ministro de Defensa, dirigía una alocución a los jóvenes recién ingresados en el Ejército. La ceremonia se había hecho coincidir con el aniversario del atentado de un grupo de altos oficiales de la Wehrmacht (Ejército) contra Hitler, en julio de 1944.Con una aparatosa movilización policial, las autoridades alemanas habían tratado de evitar cualquier tipo de sorpresa. Pero el incidente citado -durante el que los manifestantes se acercaron a muy corta distancia de Gerhard Schröder y del titular de Defensa, Rudolf Scharping-, puso de manifiesto la fragilidad del gran despliegue de seguridad efectuado en el centro de Berlín.

Cuando Schröder había pronunciado ya su discurso, que en gran parte estuvo dedicado a loar la intervención del Ejército alemán en Kosovo, los incontrolados irrumpieron en el patio donde una docena de reclutas, en representación de los más de 400 restantes, habían tomado ya posiciones destacadas para pronunciar el juramento a la bandera. Los servicios de seguridad desalojaron rápidamente a las mujeres, que en parte se habían despojado de sus sujetadores, y a los jóvenes, que habían abierto paraguas con consignas antibélicas. Poco después, otro joven con el paraguas abierto realizaba una nueva incursión en el lugar. Schröder se agachó a recoger varios paraguas del suelo y redujo la tensión del momento conversando después con los reclutas.

Pataleta minoritaria

Este incidente, como los pitidos de fondo que acompañaron la jura de bandera y las dos manifestaciones de varios centenares de personas que protestaron antes en el centro de Berlín, constituyeron más bien la pataleta de una minoría, anclada en la inercia de los movimientos pacifistas, que un reflejo del nuevo estado de ánimo de la sociedad alemana. El Ejército es hoy una de las instituciones que gozan de más prestigio entre los alemanes y su papel en Kosovo ha cambiado una imagen que hace tan sólo un año estaba marcada por las historias sobre grupos neonazis y la tolerancia de las tendencias de extrema derecha en academias y cuarteles.Hace tan sólo un año, Jürgen Trittin, el verde que hoy es ministro de Medio Ambiente, condenó la ceremonia pública de jura de bandera por considerar que se inscribía en las tradiciones de la Wehrmacht. Trittin no se expresó sobre la ceremonia de ayer y los dirigentes verdes se desmarcaron de una de las dos manifestaciones pacifistas, que había sido convocada por los verdes berlineses. Scharping manifestó su esperanza de que Trittin acepte su invitación en el futuro cuando le pida que acuda a presidir una jura de bandera.

Schröder, a su vez, dijo que el Ejército alemán, más que cualquier otro, ha tenido que demostrar que es democrático. La intervención en Kosovo, señaló, ha mostrado que la Bundeswehr constituye una fuerza de pacificación y no una fuerza de conquista. Según Schröder, la enseñanza de la historia alemana permite a los soldados de este país asumir la responsabilidad por los derechos humanos donde otros han ejercido el terror y han cometido delitos.

El canciller aprovechó para decir que Yugoslavia puede ser y será una parte de la Europa democrática cuando su presidente, Slobodan Milosevic, desaparezca definitivamente del escenario político. Por su parte, Scharping no se cansó de repetir que no tiene intención de ser secretario general de la OTAN

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