Tribuna

Pistas de Malmea

El Barrio Malmeá aparece, así acentuado, en el libro Madrid y su Comunidad de Jiménez de Gregorio, entre los poblados dirigidos y de absorción edificados a partir de la posguerra en el pueblo anexionado de Fuencarral para contener una desbordante presión demográfica y migratoria. Sobre el origen de su desafortunado nombre proporciona una posible pista María Isabel Gea en Casas, Cosas, Casos de Madrid cuando al tratar de los poblados dirigidos y las Unidades Vecinales de Absorción describe: "Situados en distintos puntos de la ciudad, deben su nombre a los constructores que eran l...

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El Barrio Malmeá aparece, así acentuado, en el libro Madrid y su Comunidad de Jiménez de Gregorio, entre los poblados dirigidos y de absorción edificados a partir de la posguerra en el pueblo anexionado de Fuencarral para contener una desbordante presión demográfica y migratoria. Sobre el origen de su desafortunado nombre proporciona una posible pista María Isabel Gea en Casas, Cosas, Casos de Madrid cuando al tratar de los poblados dirigidos y las Unidades Vecinales de Absorción describe: "Situados en distintos puntos de la ciudad, deben su nombre a los constructores que eran los propios vecinos que, dirigidos por un arquitecto y un aparejador de la Comisaría de Ordenación Urbana, construían las casas que posteriormente habitarían".

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Viviendas artesanales que se redimían de su condición de chabolas por el hecho de formar parte de un plan de erradicación del "chabolismo" dirigido y ordenado por el Estado del 18 de julio que amparándose en una retórica "justicia social" pretendía aislar del centro de la ciudad la miseria del cinturón suburbano "donde el marxismo y toda clase de odios regresivos tienen su natural medio de incubación". La frase citada por Santos Juliá, en la obra colectiva Madrid. Historia de una capital pertenece a otro libro colectivo de la época El Futuro Madrid.

La idea de crear un utópico "anillo verde" (casas con huerta para inmigrantes indecisos) que sirviera de muralla ante la invasión del "cinturón rojo" se quedó en lo que era, humo de pajas, mientras la iniciativa privada y fuertemente subvencionada, empezaba a hacerse cargo de la edificación con plena impunidad especulativa.

Hoy las zonas colindantes a los antiguos poblados siguen albergando la presión de otro cinturón, esta vez multicolor y multiétnico, pero igualmente desfavorecido y no precisamente inoculado de marxismo y odios regresivos, sino de todas las lacras que llevan consigo la marginación y la pobreza.

Lo que parece no haber cambiado de ayer a hoy son los métodos empleados por las autoridades municipales para enfrentarse a la amenaza, "limpieza de coches usados y expulsión de sus propietarios y usuarios".

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