EL CAMINO HACIA LA PAZ Política y diplomacia

La situación en Yugoslavia amenaza con relegar otros temas en la cumbre del G-8

La cumbre anual del G-8 (los siete países económicamente más desarrollados y Rusia) -que hoy comienza en Colonia y que es la primera que se celebra desde el nacimiento del euro- vive la resaca de los temas militares y económicos pendientes en los Balcanes. Esos asuntos amenazan con eclipsar el debate sobre la condonación de la deuda a los países menos desarrollados, las perspectivas de crecimiento en Europa o la recuperación de la economía en Asia. El éxito de la cita de Colonia dependerá en gran medida de la capacidad de superar aquí, simbólicamente, las tensiones que la guerra de Yugoslavia...

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La cumbre anual del G-8 (los siete países económicamente más desarrollados y Rusia) -que hoy comienza en Colonia y que es la primera que se celebra desde el nacimiento del euro- vive la resaca de los temas militares y económicos pendientes en los Balcanes. Esos asuntos amenazan con eclipsar el debate sobre la condonación de la deuda a los países menos desarrollados, las perspectivas de crecimiento en Europa o la recuperación de la economía en Asia. El éxito de la cita de Colonia dependerá en gran medida de la capacidad de superar aquí, simbólicamente, las tensiones que la guerra de Yugoslavia ha generado entre la Alianza Atlántica (seis de cuyos miembros pertenecen al G-8) y Rusia. Para el presidente ruso, Borís Yeltsin, éste será su primer viaje a Occidente desde que visitó Bonn en junio de 1998. Desde entonces, el líderazgo de Yeltsin se ha debilitado hasta unos extremos que a menudo resultan embarazosos para sus interlocutores y que condicionan el funcionamiento del aparato del Estado ruso, obsesionado por no herir las susceptibilidades exacerbadas del presidente.

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A Colonia, Yetsin envía por delante a su jefe de Gobierno, Serguéi Stepashin, que representará a Rusia hasta el sábado por la noche. El presidente debería llegar el domingo para la sesión final de la cumbre y para las respectivas citas bilaterales con el presidente estadounidense, Bill Clinton, y el canciller alemán, Gerhard Schröder.

La preocupación esencial del entorno de Borís Yeltsin es controlarle al máximo y reducir al mínimo su programa para rebajar los riesgos de posibles salidas de tono. Si los ministros de Exteriores de Rusia y Estados Unidos han resuelto para entonces sus discrepancias sobre el mando y estacionamiento del contingente internacional en Kosovo, Yeltsin, Clinton y los otros líderes de la OTAN miembros del G-8 podrán dar por cerrado uno de los capítulos más difíciles de la posguerra en Kosovo.

Otro de los temas que se ciernen sobre la cumbre es el diseño del Plan de Estabilidad de los Balcanes, que debe ser la base para la reconstrucción de la región. Estados Unidos, que ha llevado el grueso de las operaciones militares, quiere que los europeos carguen ahora con la factura civil. El planteamiento, bien acogido en Alemania, choca con la resistencia de Francia y de otros países de la Unión Europea (UE).

La señal de Schröder

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En vísperas de la cumbre, Schröder, que preside tanto la UE como el G-8, ha intentado mostrarse optimista ante las perspectivas de despunte de la economía europea, aunque los analistas se muestren más comedidos y señalen la necesidad de que el mismo canciller, en tanto que representante de la economía más poderosa de Europa, emita una señal clara de que está decidido a emprender las reformas estructurales que su país necesita para hacer frente a la globalización y hacer de locomotora del resto de las economías europeas. "Hay muchos indicios de que la cumbre de Colonia marca el inicio de una nueva época de crecimiento", dijo el canciller, según el cual Europa y, con algunas limitaciones, también Asia deben reanimar el crecimiento de la economía mundial. Para 1999 no se puede contar todavía con una fuerte reanimación, ya que el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera un crecimiento económico del 2,3% mundial. Para el año 2000, ese porcentaje debería subir hasta un 3,4. Para Europa Occidental, estas cifras supondrán que a la fase de debilidad actual seguirá con toda probabilidad una clara reanimación en el año 2000, dijo Schröder. El líder alemán recordó que para la zona del euro se espera un incremento de la producción del 2,9%.

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