Tribuna:

El 'sí pero no' de la economía mundial

Los datos de la coyuntura mundial son tan abundantes como contradictorios. La discusión de los analistas privados y de las organizaciones multilaterales está en descubrir cuál es el vector dominante de la situación. A lo más que se atreven los institutos más prestigiados es a afirmar que la economía del planeta está mejor que hace unos meses, aunque todavía existe una gran vulnerabilidad. Pocos afirman con rotundidad que se ha salido del todo del último susto financiero, y los pronósticos a largo y medio plazo apenas sirven para nada, puesto que hay que rehacerlos de manera constante. Un vicep...

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Los datos de la coyuntura mundial son tan abundantes como contradictorios. La discusión de los analistas privados y de las organizaciones multilaterales está en descubrir cuál es el vector dominante de la situación. A lo más que se atreven los institutos más prestigiados es a afirmar que la economía del planeta está mejor que hace unos meses, aunque todavía existe una gran vulnerabilidad. Pocos afirman con rotundidad que se ha salido del todo del último susto financiero, y los pronósticos a largo y medio plazo apenas sirven para nada, puesto que hay que rehacerlos de manera constante. Un vicepresidente del Banco Mundial, Sahid Burki, declaró la semana pasada en Madrid que en los próximos años la economía mundial vivirá sobre un escenario de "volatilidad constante de los mercados". No cabe mayor ambigüedad.El informe de la OCDE hecho público hace unos días abunda en ese sí pero no: la Unión Europea relevará a los Estados Unidos como locomotora mundial el próximo año, pero con porcentajes de crecimiento modestos (2,4%, la UE; 2%, EEUU); leve empeoramiento de las perspectivas para este ejercicio para el conjunto de la organización de los 29 países respecto a 1998, pero mayor optimismo que el pasado noviembre (en el anterior informe), debido a la fortaleza norteamericana. Más pesimismo respecto al año que viene, aunque, al tiempo, más satisfacción para la economía mundial y de la OCDE que hace seis meses.

Ha pasado el miedo a la deflación, pero los precios de algunas materias no hacen sino bajar: el precio de la onza de oro, a unos 272,70 dólares la pasada semana, se cotiza a sus niveles más bajos de los últimos 20 años, con caída libre en el último año (uno de los motivos es la anunciada venta de reservas de oro en países como Suiza y el Reino Unido, y en el FMI). El petróleo, por su parte, se ha puesto en 14,30 dólares el barril, después de haber alcanzado los 17 dólares a principios de mayo; este nivel es el mismo que había en la antesala de la cumbre de la OPEP en marzo, cuando los poseedores del crudo decidieron recortar su producción en más de dos millones de barriles diarios. La inflación parece controlada, pero el Departamento de Trabajo acaba de alterar la normalidad alcista de la nueva economía norteamericana al anunciar un incremento de los precios del 0,7% (una tasa interanual del 2,3%) en el mes de abril.

La coyuntura sigue dando para muchas paradojas. Hace poco tiempo, el FMI destacaba la situación catastrófica de Brasil, y la OCDE comenta las perspectivas muy sombrías y los riesgos mayoritariamente negativos de América Latina, que arrancan de los problemas brasileños y argentinos (México crecerá este año por debajo del pasado). Pero Brasil ha sorprendido al mundo entero saliendo de la recesión y creciendo un poco más de un 1% en el primer trimestre del año, conteniendo la inflación y bajando los tipos de interés muy por encima de lo previsto. En el lado contrario está Japón, que no sale de su marasmo. Un informe de su banco central, correspondiente a abril, indica que no hay signos de recuperación a corto plazo, a pesar de que la crisis parece haber tocado fondo; el gasto en infraestructuras, las inyecciones de dinero público a los bancos y la política de mantener los tipos de interés cercanos a cero han apoyado a la economía, pero el consumo y la inversión privada siguen disminuyendo, y las empresas tratan de incrementar sus beneficios despidiendo al personal.

Europa sigue a ritmo lento, principalmente por la escasa contribución al crecimiento de la zona que proporcionan Alemania e Italia. Gran Bretaña está al borde de la recesión. El Bundesbank no ve señales de una reactivación vigorosa de la eurozona; no hay señales de expansión, lo que contradice en parte el optimismo de la OCDE sobre el recambio europeo a EEUU como motor económico del futuro. Estados Unidos continúa muy sólido, aunque con un déficit comercial récord, y los países aiáticos ven los primeros atisbos en recuperación.

¿Y África? No aparece en las cuentas.

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