LA MAESTRANZA

No quieren cortijo

Los novilleros que hicieron el paseíllo en la Maestranza no quieren comprar un cortijo. O será que a los chavales de ahora no les interesa el símbolo por antonomasia de un torero triunfador. Es verdad que los jóvenes están empezando, pero la impresión que ofrecen es que están en el ocaso de su carrera, con el cortijo más que pagado y el mercedes nuevo. Pero la realidad, tristemente, es mucho más dura. Sencillamente, demostraron que no quieren cortijo; mejor dicho, que no tienen claro eso de ser torero. Porque para hacerlo hay que demostrar más agallas y más valor, hay que jugarse la barriga, s...

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Los novilleros que hicieron el paseíllo en la Maestranza no quieren comprar un cortijo. O será que a los chavales de ahora no les interesa el símbolo por antonomasia de un torero triunfador. Es verdad que los jóvenes están empezando, pero la impresión que ofrecen es que están en el ocaso de su carrera, con el cortijo más que pagado y el mercedes nuevo. Pero la realidad, tristemente, es mucho más dura. Sencillamente, demostraron que no quieren cortijo; mejor dicho, que no tienen claro eso de ser torero. Porque para hacerlo hay que demostrar más agallas y más valor, hay que jugarse la barriga, sobre todo, cuando se torea en Sevilla una novillada de Juan Pedro Domecq, que ya se sabe que cría novillos artistas. Pero delante de estos nobles becerros había una terna autosuficiente. Sin ganas de pelea, más pendiente de posturas que del toreo fundamental, y que pasó sin dejar un recuerdo de buen toreo.No se entiende, por ejemplo, que Álvaro Ortega toreara el pasado año 54 festejos y diera una imagen tan conformista como la que ofreció. El novillero tenía que jugársela y prefirió que se la jugara el mozo de espadas, por decir alguien. Compone bien la figura, pero es ventajista, busca el aplauso fácil y dice muy poco con la muleta. En su primero, lo intentó por el pitón izquierdo y todo quedó en fallidas probaturas. La faena resultó larga e insulsa; tan larga que el presidente lo avisó antes de que entrara a matar. Banderilleó a ambos novillos con facilidad y espectacularidad y estuvo más entonado con el capote ante el segundo, al que recibió a porta gayola, y lo veroniqueó con arrebato y rapidez. Se lució en el quite y parecía que había despertado del letargo anterior hasta que cogió la muleta y cambió el escenario. Un novillo noble y bondadoso se fue con las orejas al otro mundo.

Domecq / Ortega, Javier, Castella

Cuatro novillos de Juan Pedro Domecq (ocho fueron rechazados en el reconocimiento), discretos de presencia, blandos y nobles; dos de Juan José González, 3º parado, 5º manso y encastado.Álvaro Ortega: aviso antes de matar, estocada atravesada que asoma, pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, estocada que asoma, pinchazo y estocada baja (silencio). Curro Javier: pinchazo y estocada (vuelta); media estocada (ovación). Sebastián Castella: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y bajonazo (vuelta). Plaza de la Maestranza, 9 de mayo. Novillada de abono. Media entrada.

Pero su compañero Curro Javier no le fue a la zaga y prefirió que el cortijo lo compre otro. Es un torero con maneras artistas, pero su ánimo parece cogido con alfileres, y lo que suena a faena grande queda en un quiero y no puedo. Su capote es desangelado y su muleta pretende ser profunda, pero no lo consigue. Utiliza el pico, torea despegado, se coloca mal y sus faenas carecen de ligazón. Pasó desapercibido ante su noble primero y estuvo muy por debajo del quinto, un animal manso y encastado. El más joven está más verde, pero mantiene el mismo ánimo que sus mayores. Su primero se quedó parado y el novillero, inédito; tuvo momentos notables en el sexto, pero sus tandas fueron muy cortas, rectificó en demasía y mató feamente.

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