Crítica:ROCK: MIL DOLORES PEQUEÑOS

La palabra mágica

Lejos del arquetipo del músico que plega su arte al omnímodo poder de la poco avispada industria del disco y el sacrosanto dinero, Ajo y Javier Colís, extraña pareja y núcleo creador de Mil Dolores Pequeños, decidieron en su día abrir el puerto del rock al proscrito barco de la poesía. Tamaña heroicidad reconcilia este género, fatalmente venido a prostituirse y hacerse reaccionario, con el riesgo. ¿Que no venden millones discos? Tampoco todos los surrealistas se hicieron ricos y su influencia en la cultura sigue hoy.En su puesta en escena, el grupo ofreció un repaso por sus cuatro discos (en e...

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Lejos del arquetipo del músico que plega su arte al omnímodo poder de la poco avispada industria del disco y el sacrosanto dinero, Ajo y Javier Colís, extraña pareja y núcleo creador de Mil Dolores Pequeños, decidieron en su día abrir el puerto del rock al proscrito barco de la poesía. Tamaña heroicidad reconcilia este género, fatalmente venido a prostituirse y hacerse reaccionario, con el riesgo. ¿Que no venden millones discos? Tampoco todos los surrealistas se hicieron ricos y su influencia en la cultura sigue hoy.En su puesta en escena, el grupo ofreció un repaso por sus cuatro discos (en especial el último, Opio) dando prioridad a la necesidad de impactar en el espectador de modo frontal con un tipo de expresión que no deja jamás indiferente. La cantante Ajo salió a escena exhibiendo amapolas de opio, mientras el grupo producía un sonido consistente y organizado, a pesar del caos al que juegan constantemente M.D.P. Cierto es que la música de esta banda no ofrece facilidades a las orejas acostumbradas al cómodo estándar del pop comercial. Sin embargo, sus letras atrapan al oyente, arañando su alma y produciendo pequeñas cicatrices incruentas que mueven continuamente a la reflexión. Canciones como Interés variable, la directa Insúltame o ese inmenso canto a la libertad que es De la piel pa"dentro mando yo nunca llegarán a las listas de éxitos, pero sí son fervientes documentos de que, por suerte, no todos los que suben a un escenario a cantar tienen el mismo bajo nivel de exigencia artística. Gracias a Mil Dolores Pequeños, por hacer, a base de palabras mágicas, que el arte no desaparezca del todo. Que florezca como una amapola en el yermo páramo del rock español.

Mil Dolores Pequeños Mil Dolores Pequeños

Ajo (voz), Javier Colis (guitarra y voz), Nacho Colís (batería y coros), Susana Cáncer (teclados) y Markus Breuss (trompeta, sintetizadores y percusión). Sala El Sol. Madrid. jueves 30 de abril.

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