Oliveira y Erice comparten los temores de una despersonalización del cine como arte

Los dos realizadores cierran los debates del simposio internacional de filmotecas

Desde generaciones alejadas, desde países distintos y desde diferentes estilos, tanto Manoel de Oliveira como Víctor Erice coincidieron ayer en dos cuestiones básicas: el cine es la memoria del siglo XX y la pujanza del sector audiovisual amenaza con despersonalizar el llamado séptimo arte. Los dos cineastas cerraron ayer el simposio El siglo del cine / Un siglo en el cine, que se ha celebrado desde el lunes en Madrid dentro del congreso de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos. Erice resumió la opinión de muchos: "La vocación de las obras de arte es resistir".

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Desde generaciones alejadas, desde países distintos y desde diferentes estilos, tanto Manoel de Oliveira como Víctor Erice coincidieron ayer en dos cuestiones básicas: el cine es la memoria del siglo XX y la pujanza del sector audiovisual amenaza con despersonalizar el llamado séptimo arte. Los dos cineastas cerraron ayer el simposio El siglo del cine / Un siglo en el cine, que se ha celebrado desde el lunes en Madrid dentro del congreso de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos. Erice resumió la opinión de muchos: "La vocación de las obras de arte es resistir".

Único realizador en activo que comenzó su andadura todavía en el cine mudo, Manoel de Oliveira (Oporto, 1908) provocó ayer un silencio reverencial cuando inició su intervención ante más de un centenar de especialistas de filmotecas de todo el mundo. El director portugués manifestó en voz alta que "preguntarse sobre el sentido del cine es como preguntarse por el sentido de la vida". "No hay respuesta", apostilló el veterano cineasta desde una actitud de apasionado amor por las películas."El cine", señaló De Oliveira, "es una síntesis de todas las artes, de la literatura, de la pintura, de la arquitectura... El cine se mueve en la frontera entre el arte y la vida". Con la altura de sus 90 años, el director de Valle Abraham observó: "El cine ha sufrido una evolución enorme a lo largo del siglo, pero la vida también se ha visto afectada por grandes transformaciones".

Víctor Erice (San Sebastián, 1940) aclaró que había visto su primera película en 1945, y recordó que fue el año de producción de Roma, città aperta, de Roberto Rossellini, una de las películas que mejor retratan la devastación en Europa tras la II Guerra Mundial. En sintonía total con buena parte del auditorio, como más tarde demostraría el coloquio, Erice confesó que su acercamiento a las salas de cine, en plena dictadura franquista, había significado "una ventana al mundo, una cierta idea de clandestinidad y una voluntad de resistencia". En la misma línea, una participante en el coloquio resaltó que no concebía la vida sin sueños ni sin cine.

El autor de El espíritu de la colmena o de El Sur reclamó la pervivencia de esa voluntad de resistir cuando explicó: "La vocación de las obras de arte es resistir, y el cine no tiene nada que ver con la información o con los multimedia. El cine representa otra forma de comprender la realidad". En una de sus escasas comparecencias públicas, este realizador, considerado por la mayoría de la crítica como uno de los grandes del cine español, dejó entrever pesimismo sobre el futuro: "El cine hoy tiene una existencia vicaria respecto de la televisión, se producen las películas para la televisión. Asistimos a una mutación similar a la que se produjo en el pase del mudo al sonoro".

Trascender la historia

Víctor Erice no rehuyó contestar a una de las preguntas que había formulado el historiador Santos Zunzunegui, moderador de la mesa redonda de conclusiones del simposio. "¿De qué manera da cuenta el cine de la historia?", se interrogó el realizador donostiarra para responder a renglón seguido con un "el cine trasciende la historia". Para ilustrar esta opinión, Erice recurrió a El acorazado Potemkin y, en concreto, a la divulgadísima imagen de la carga militar contra los trabajadores en unas escaleras de Odessa. "Esas imágenes, que son un símbolo de la Revolución de Octubre", precisó el cineasta, "fueron inventadas por Eisenstein. El cine se mueve así entre la vida y la representación de la vida".Las diferencias y relaciones entre cine y literatura también fueron abordadas en el debate. Manoel de Oliveira afirmó que, "gracias a Dios, un filme nunca será igual a un libro ni a la inversa", mientras que Víctor Erice sostuvo que "el cine puede llegar a la abstracción, pero siempre desde lo real, a diferencia de la literatura". La mesa redonda de Oliveira y Erice estuvo ayer precedida por las intervenciones de Eugeni Bonet, que disertó sobre El efecto 2000 y el arte del cinema, y de Luis Fernández Galiano, que habló sobre La Monarquía del ojo y la República de las imágenes: la arquitectura aprende del cine.

Tras la conclusión ayer del simposio sobre un siglo del cine, las jornadas de responsables de filmotecas de varios países del mundo se concentrarán hoy y mañana en aspectos más técnicos de su trabajo, así como en la proyección de películas antiguas restauradas. Organizado por la Filmoteca Española, con la colaboración de las filmotecas de Barcelona, Valencia y Bilbao, el congreso ha reunido a más de un centenar de especialistas.

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