Tribuna:

Mandarines

Hace unos días regresé de Ecuador, un hermoso país atrapado entre los dientes de la crisis. Viví allí el cierre de los bancos, la huelga general y el anuncio de las durísimas medidas económicas con las que el presidente Mahuad intentaba contentar a los del Fondo Monetario para ver si así renegociaban la deuda exterior ecuatoriana, que asciende a la exorbitante, obscena cantidad de 15.000 millones de dólares (2,3 billones de pesetas). Pero los del FMI no se contentaron, y, por otra parte, las revueltas sociales han obligado a Mahuad a retirar las medidas. Me pregunto qué será de Ecuador en el f...

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Hace unos días regresé de Ecuador, un hermoso país atrapado entre los dientes de la crisis. Viví allí el cierre de los bancos, la huelga general y el anuncio de las durísimas medidas económicas con las que el presidente Mahuad intentaba contentar a los del Fondo Monetario para ver si así renegociaban la deuda exterior ecuatoriana, que asciende a la exorbitante, obscena cantidad de 15.000 millones de dólares (2,3 billones de pesetas). Pero los del FMI no se contentaron, y, por otra parte, las revueltas sociales han obligado a Mahuad a retirar las medidas. Me pregunto qué será de Ecuador en el futuro próximo.Y no sólo Ecuador: qué será de todos nosotros, cada vez más dominados por los altivos e implacables señores del dinero, por esos grandes poderes económicos que son los nuevos mandarines de la vida global. Las tres cuartas partes del planeta están endeudadas hasta las cejas con los ricachones de la otra cuarta parte. Seguramente, los deudores gestionaron mal sus recursos, pero es que a un país le es casi imposible lograr una salida digna de la miseria mientras le explotan y le roban y le colonizan y le engañan. Hemos esquilmado y tiranizado África durante un par de siglos, por ejemplo, y ahora contemplamos con incomodidad ese continente en donde agonizan 33 de los 46 países más pobres de la Tierra, y preferimos pensar que se gestionan mal y que no saben cumplir los sagrados mandamientos del FMI. Clinton ha propuesto condonar la deuda de África: se trata de una medida urgente y necesaria, pero no podemos detenernos ahí. Latinoamérica, por ejemplo, debe al exterior 700.000 millones de dólares. ¿Les queda algún resto de corazón a los mandarines? Empecemos el año 2000 perdonando la deuda de todos los países en vías de desarrollo: tal vez así consigamos construir un milenio menos salvaje que éste.

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