Un anillo de rascacielos rodeará Moscú

La capital de Rusia proyecta construir para el siglo XXI 60 enormes edificios

Los rascacielos estalinistas han sido objeto de polémica casi desde su construcción. Los puristas consideran "pasteles de boda" estos edificios de entre 26 y 32 pisos, que a veces son incluso más anchos que altos, de remates piramidales y ornamentación y estructura que más recuerdan (pese a estrellas rojas, hoces y martillos comunistas) a las catedrales góticas del oeste de Europa que a la arquitectura civil del siglo XX.Tal vez los más significativos de los siete "edificios elevados" estalinistas sean la Universidad Estatal y el Ministerio de Asuntos Exteriores. La lista se completa con los h...

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Los rascacielos estalinistas han sido objeto de polémica casi desde su construcción. Los puristas consideran "pasteles de boda" estos edificios de entre 26 y 32 pisos, que a veces son incluso más anchos que altos, de remates piramidales y ornamentación y estructura que más recuerdan (pese a estrellas rojas, hoces y martillos comunistas) a las catedrales góticas del oeste de Europa que a la arquitectura civil del siglo XX.Tal vez los más significativos de los siete "edificios elevados" estalinistas sean la Universidad Estatal y el Ministerio de Asuntos Exteriores. La lista se completa con los hoteles Ucrania y Leningrado, dos bloques de viviendas y uno del Ministerio de Ferrocarriles. Junto con las torres del Kremlin, la Casa Blanca (sede del Gobierno) y los horrendos rascacielos de la calle de Novi Arbat, construidos en los sesenta, estas moles constituyen referencias fundamentales para orientarse en una mastodóntica ciudad, cuya fisonomía llana contrasta con la aspiración a ser considerada la tercera Roma.

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Con Stalin ya cadáver, su sucesor y desmitificador, Nikita Jruschov, condenó en los cincuenta los "excesos de planificación y construcción", e incluso anuló la concesión del Premio Stalin a los dos arquitectos del hotel Leningrado, que se presentó como ejemplo de derroche, al contar sólo con 346 habitaciones en sus 28 pisos. Sin embargo, el paso del tiempo ha convertido los "edificios elevados" en una marca de identidad de la ciudad a la que sería impensable renunciar y que para muchos moscovitas es timbre de orgullo.

El estilo ecléctico

Luzhkov se las ha arreglado, pese a las dificultades económicas de la nueva Rusia surgida de las cenizas de la URSS, para mejorar el aspecto de Moscú mediante la renovación de centenares de edificios, la construcción de muchos otros en un estilo ecléctico que se asocia a su propio nombre, la reconstrucción de templos como la catedral de Cristo Salvador (de nueva planta, donde en tiempos soviéticos hubo una piscina al aire libre), la erección de monumentos tan llamativos como el de Pedro el Grande en el río Moscova o el Parque de la Victoria de la avenida Kutuzovski, y la construcción (bajo tierra o sobre ella) de lujosos centros comerciales como el subterráneo de la plaza del Manezh, junto al Kremlin.Pero lo que ahora tiene en mente va mucho más allá. El próximo julio comenzará ya a levantarse, con un presupuesto de más de 15.000 millones de pesetas, un rascacielos de 39 pisos, cuya construcción está previsto que concluya en el 2001, y que constituirá la primera piedra del denominado Nuevo Anillo de Moscú. Si todo marcha según lo previsto, para el 2003 le acompañarán otros seis, todos ellos entre el urbano Anillo de los Jardines (que rodea al centro histórico) y la gran carretera de circunvalación (equivalente a la madrileña M-40). Se abrirá un concurso internacional de proyectos en el que se pretende que participen los más prestigiosos arquitectos del mundo.

El plan es aún más ambicioso, ya que incluye la construcción de al menos otros 50 bloques, de entre 35 y 40 pisos, entre el 2003 y el 2015. Ya se han seleccionado los emplazamientos para 23 de ellos. A lo largo de ese proceso, Luzhkov confía en poder sentarse, como presidente de Rusia, en el despacho que ahora ocupa Borís Yeltsin. No le será fácil ver desde allí, a causa de la fisonomía de la ciudad, las pirámides o templetes que seguramente coronarán los rascacielos.

El alcalde tendrá el proyecto bajo su control mediante una empresa municipal, aunque asociará a la ciudad con bancos, promotoras y constructoras extranjeras. Incluso se prevé una emisión de bonos para el mercado interno e internacional. Nada será poco para obtener los fondos necesarios, unos 400.000 millones de pesetas. Para irritación de los promotores, uno de los más prestigiosos diarios rusos, Kommersant Daily, ha publicado que se han tenido que cambiar las reglas del juego para evitar que el proyecto se viniese abajo. Eso explicaría las importantes exenciones de impuestos para atraer inversores.

Los edificios estarán destinados básicamente a viviendas y permitirán descongestionar el centro y emprender un programa de renovación o derribo de bloques de pisos de baja calidad construidos en tiempos de Jruschov. Cada rascacielos estará dotado de bares, restaurante panorámico, aparcamientos, tiendas, gimnasio, piscina y otros servicios.

Se calcula que el precio del metro cuadrado en el primero de los rascacielos, junto al parque de la Victoria, oscilará entre las 200.000 y las 300.000 pesetas. Según está ahora el mercado, no será fácil encontrar clientes, pero Luzhkov confía en que la caída del mercado inmobiliario posterior a la crisis de agosto de 1998 sea pasajera. El capital más importante que aportará la ciudad será la cesión del suelo durante 50 años.

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