Fracasa el intento de Rusia de desplegar un espejo para iluminar la Tierra desde la estación "Mir"

El sol no salió de noche. El gran espejo instalado en una nave de carga Progress, que debía reflejar la luz del Sol a zonas de la Tierra en las que ya reinaban las tinieblas, no se abrió. Al principio, parecía que todo iría bien: a las 12.34 hora española el comandante de la estación orbital Mir dio la orden correspondiente y las placas reflectoras comenzaron a salir de la cápsula instalada en la Progress y a girar, pero al minuto y medio se detuvieron. El espejo, de 25 metros de diámetro, debía iluminar en la Tierra una superficie de 5 a 7 kilómetros de diámetro con una luz equivalente...

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El sol no salió de noche. El gran espejo instalado en una nave de carga Progress, que debía reflejar la luz del Sol a zonas de la Tierra en las que ya reinaban las tinieblas, no se abrió. Al principio, parecía que todo iría bien: a las 12.34 hora española el comandante de la estación orbital Mir dio la orden correspondiente y las placas reflectoras comenzaron a salir de la cápsula instalada en la Progress y a girar, pero al minuto y medio se detuvieron. El espejo, de 25 metros de diámetro, debía iluminar en la Tierra una superficie de 5 a 7 kilómetros de diámetro con una luz equivalente a la de 10 lunas llenas.. El reflector no pudo abrirse. La culpa la tuvo la antena del sistema de acoplamiento automático de la Progress, que por razones desconocidas se desplegó. Después de realizar sólo 15 vueltas, el reflector se enganchó a la antena y se detuvo. Un segundo intento, iniciado tres horas más tarde, terminó también en fracaso por causas desconocidas. El centro de control de vuelos espaciales ruso anunció más tarde el abandono de posteriores intentos de despliegue del espejo y la caída a la tierra de la nave.

Si la fina lámina recubierta de aluminio hubiera podido abrirse, los cosmonautas, desde la Mir, hubieran orientado la nave de carga de tal forma que los rayos solares reflejados en el espejo se vieran como una nueva estrella en la noche terrestre. Éste es el segundo fracaso que sufre Rusia al intentar desplegar un reflector solar. Hace exactamente seis años, el primer intento de iluminar una franja de tierra desde España a Bielorrusia no salió bien. A pesar de esta nueva derrota, los científicos rusos insisten en que hay que continuar con estos experimentos, ya que tienen gran importancia para posibles aplicaciones futuras.

Grandes conjuntos

Los rusos piensan que conjuntos de numerosos reflectores orbitales gigantes podrán convertir la noche casi en día, algo muy importante, por ejemplo, para las regiones polares donde las tinieblas reinan durante seis largos meses. Precisamente este hecho es uno de los mayores obstáculos para la explotación y desarrollo de esas zonas. Además, gracias al sol artificial se podría prolongar la luz del día en invierno con el fin de iluminar las grandes ciudades y así ahorrar electricidad. Los promotores del proyecto hablan también de hacer más fáciles las tareas de rescate en los lugares de catástrofes, de contribuir a restablecer la capa de ozono, de aumentar las cosechas y disminuir los plazos de maduración de algunos cultivos agrícolas. Pero los astrónomos han vuelto a manifestar su rotunda oposición al proyecto, que dificultaría las observaciones. El lugar donde estaba acoplada la Progress debe ser ocupado próximamente con una Soyuz, que llegará a la Mir con una nueva tripulación internacional compuesta por el ruso Víktor Afanásiev, el francés Jean-Pierre Heniere y el eslovaco Iván Bella.

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