Un grupo divertido y estrafalario

Una vez más este trío norteamericano, al que también en esta ocasión volvió a sumarse un orondo teclista-percusionista para completar el cuadro, volvió a dar en nuestro país una excelente muestra de rock divertido en el que, aparte del look de aldeanos yanquis, la combinación de todos los estilos de música popular de EE UU cimenta un repertorio intrascendente y que obliga a lanzarse a mover los pies a cualquier espectador que no sea de piedra. En el concierto de S.C.O.T.S. se pudo escuchar casi de todo -rhythm and blues, punk, hard rock, surf, soul, funky, tex-mex...-, sin que la mezcla rechin...

Una vez más este trío norteamericano, al que también en esta ocasión volvió a sumarse un orondo teclista-percusionista para completar el cuadro, volvió a dar en nuestro país una excelente muestra de rock divertido en el que, aparte del look de aldeanos yanquis, la combinación de todos los estilos de música popular de EE UU cimenta un repertorio intrascendente y que obliga a lanzarse a mover los pies a cualquier espectador que no sea de piedra. En el concierto de S.C.O.T.S. se pudo escuchar casi de todo -rhythm and blues, punk, hard rock, surf, soul, funky, tex-mex...-, sin que la mezcla rechinara y con una falta de pretensiones muy de agradecer, en contraposición al canon rockero de los noventa. Cierto es que la música de este grupo no suena nada moderna, pero, a cambio, las ganas de pasarlo bien y hacer que el respetable lo pase bien y participe presiden su música y su estrafalaria concepción del espectáculo en directo. Sonaron las canciones de sus dos discos más importantes, Dirt track date y el más reciente y que les ha traído a Europa Plastic seat sweat, y fue especialmente atractiva la interpretación de Banana puddin, un extraordinario e hipercomercial riff guitarrero acompañado de una melodía irresistible, que les podría abrir un hueco en cualquier lista de éxitos del mundo. Un gran grupo que agrada cada vez que viene a tocar a España.