Cartas al director

Sobre algunas declaraciones de Cossiga

El ex presidente de la República Italiana Francesco Cossiga, senador vitalicio, merece que un amigo le explique, con todo respeto y por la misma vía que él eligió para dirigirse a los españoles, el motivo posible de las reservas que han suscitado algunas declaraciones que él formuló en el País Vasco durante una visita realizada con el mismo derecho que le ha llevado a otra comunidad española. Lo merece aún más porque doy fe de que, como ministro italiano, ayudó ciertamente a España en su delicada transición democrática.Creo que esas reservas nacen de dos motivos: el primero, la inoportunidad e...

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El ex presidente de la República Italiana Francesco Cossiga, senador vitalicio, merece que un amigo le explique, con todo respeto y por la misma vía que él eligió para dirigirse a los españoles, el motivo posible de las reservas que han suscitado algunas declaraciones que él formuló en el País Vasco durante una visita realizada con el mismo derecho que le ha llevado a otra comunidad española. Lo merece aún más porque doy fe de que, como ministro italiano, ayudó ciertamente a España en su delicada transición democrática.Creo que esas reservas nacen de dos motivos: el primero, la inoportunidad evidente de opinar sobre un difícil proceso de paz cuando la tregua decretada por los que han venido asesinando y la serena respuesta del Gobierno acaban de abrir una esperanza que debe madurar por sí misma. Se refleja demasiado visiblemente en sus palabras el criterio de quiénes fueron allí sus amables anfitriones.

El segundo, y más importante, se debe a la convicción reiterada por el presidente Cossiga de que hay que solucionar "los problemas políticos e institucionales planteados por las reivindicaciones de los derechos históricos propios por parte del pueblo vasco". Es obvio que hace 20 años la Constitución y el subsiguiente estatuto dieron esa "solución", en cuya virtud goza el País Vasco de poderes políticos y económicos muy superiores a los de cualquier otra región europea, incluidas las italianas de estatuto especial. En consecuencia, introducir el debate político en la negociación que debe conducir a la paz es una peligrosa manera de debilitarla.

Sabemos de sobra que el presidente Cossiga no ha sido solicitado como mediador ni él se ha ofrecido a serlo. Pero sus referencias a Irlanda (por ejemplo, en La Stampa, 25 de noviembre de 1998) revelan cierta confusión: allí, católicos y protestantes se asesinaban mutuamente; en el País Vasco, cerrado hace años el torpe y cruel capítulo de los GAL, las 800 víctimas han caído todas del mismo lado.- Ex embajador de España en Italia y eurodiputado.

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