El catalán, el castellano, Maragall y Borrell

Pasqual Maragall y José Borrell escenificaron ayer ante un atento auditorio compuesto por dirigentes socialistas de muchos países europeos, del norte de África y de América Latina el espectáculo de su complementariedad como candidatos a las presidencias de los gobiernos de Cataluña y de España, respectivamente. Maragall explicó que el castellano es "un gran patrimonio de los catalanes". Después, Borrell explicó que el catalán "es un gran patrimonio de los españoles". Esto les permitió a ambos iniciar en catalán y continuar después en castellano los discursos con que cerraron las jornadas de d...

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Pasqual Maragall y José Borrell escenificaron ayer ante un atento auditorio compuesto por dirigentes socialistas de muchos países europeos, del norte de África y de América Latina el espectáculo de su complementariedad como candidatos a las presidencias de los gobiernos de Cataluña y de España, respectivamente. Maragall explicó que el castellano es "un gran patrimonio de los catalanes". Después, Borrell explicó que el catalán "es un gran patrimonio de los españoles". Esto les permitió a ambos iniciar en catalán y continuar después en castellano los discursos con que cerraron las jornadas de debate sobre la política exterior de la Unión Europea (UE) organizadas en la sede del PSC por el Partido de los Socialistas Europeos. Maragall acogió con ostensibles muestras de satisfacción las palabras de Borrell sobre el catalán. Le abrazó y ambos se intercambiaron gozosas palmadas en las espaldas, satisfechos de lo bien que les había salido la explicación de algo a veces tan complejo de exponer como la relación entre el catalán y el castellano. "Conste que no lo teníamos preparado y ha salido al hilo de las emociones y los sentimientos", dijo entonces Borrell. La combinación se inició cuando Maragall expuso su teoría de que "a veces hay que desconstruir la historia para poder volver a colocar las piezas del rompecabezas". Eso hay que hacer, dijo, con la historia de España. Habría que reformularla de forma que los niños de cualquier parte de España supieran el significado del 11 de septiembre de 1714, o de la batalla de Almansa o el abrazo de Vergara. "Hay que hacer la historia común de los pueblos de España", afirmó, "y a eso vamos". A estas palabras se cogió Borrell después también para asegurar que las gentes de cualquier parte de España "entienden perfectamente lo que siente un niño al que de pequeño le prohíben en la escuela hablar la lengua en que habla en casa". Recordó que ese fue su caso y añadió que conviene explicarlo "cuando vienen a vernos amigos de todos los confines del mundo. Los que ven a España y tratan de entender la evolución de un país que en 20 años ha recuperado buena parte del tiempo que un general le hizo perder". Al centenar de asistentes extranjeros quizá debió de sorprenderles que Maragall y Borrell se mostraran tan felizmente satisfechos por la identidad de sus comunes sentimientos sobre el catalán y el castellano. ¿Por qué sorprenderse, si hay tanta coincidencia? La respuesta a esta pregunta está en clave interna. En los temores que uno y otro candidato abrigan sobre la posible incidencia negativa de la campaña electoral catalana en la española, y viceversa. Esos temores existen, y ambos candidatos se han juramentado para que no emerjan divergencias entre ellos. Pero sobre la mesa del debate político hay puestas ahora no sólo cuestiones relativas a las lenguas, sino también otras como la balanza fiscal, por ejemplo. Y ahí el acuerdo es francamente difícil. Por lo demás, Maragall hizo el elogio de la diversidad como elemento constitutivo de la UE, y Borrell explicó que los socialistas están a favor de la ampliación de la Unión, aunque a medio plazo vaya a significar que España deje de ser el principal Estado receptor de los fondos de cohesión.

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