Crítica:CLÁSICA

Exquisita identificación

De cuando en cuando el ciclo Orquestas del Mundo abre su escenario a los recitales y la música de cámara, siempre protagonizados por artistas de categoría y renombre. Lo poseen ya, y muy grande, la violinista Viktoria Mullova (Moscú, 1959) y su colaborador desde hace seis años, el pianista polaco-húngaro Piotr Anderszewski, que nos propusieron el jueves, en el Auditorio Nacional, en Madrid, un programa de sumo atractivo. Comenzaba y terminaba con expresiones musicales del siglo XX: la Sonata de Leos Janacek, escrita entre 1914 y 1922, y el Divertimento sobre el Beso del hada, homenaje de Strav...

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De cuando en cuando el ciclo Orquestas del Mundo abre su escenario a los recitales y la música de cámara, siempre protagonizados por artistas de categoría y renombre. Lo poseen ya, y muy grande, la violinista Viktoria Mullova (Moscú, 1959) y su colaborador desde hace seis años, el pianista polaco-húngaro Piotr Anderszewski, que nos propusieron el jueves, en el Auditorio Nacional, en Madrid, un programa de sumo atractivo. Comenzaba y terminaba con expresiones musicales del siglo XX: la Sonata de Leos Janacek, escrita entre 1914 y 1922, y el Divertimento sobre el Beso del hada, homenaje de Stravinski y Chaikosvski estrenado en 1932. En los pentagramas del músico moravo campea siempre una técnica poderosa que permite la exteriorización de una sustancia musical muy bella. No se trata de un revolucionario pero sí de un reformador con fuerte personalidad. Stravinski, en su Divertimento, ofrece distintos temperamentos y sentidos de su ideología desde la estructural sinfonía hasta el coreográfico "paso a dos", con una referencia folclorística al país de su residencia, Suiza, en el segundo tiempo y un scherzo modélico de la agudeza del ingenio que fue componente del hombre y del compositor.

Dos muestras cimeras del siglo XVIII, la Chacona, de Juan Sebastian Bach, y la Fantasía en do menor, ese breve misterio mozartiano de 1786, completaron el programa. La Mullova es intérprete de exquisitas calidades, capaz de imaginar la música desde su naturaleza expresiva y su proyección actual. Hizo delicias en Janace y mantuvo la Chacona en un punto equidistante del historicismo y el moderno y avasallador virtuosismo. En todo momento lució una técnica prodigiosa y a lo largo de todas sus versiones contó con la estrecha identificación ideológica y estilística del pianista Anderszewski quien, a solo, logró matices primorosos en la prerromántica Fantasía en do menor. Estamos ante lo que suele denominarse un inspiracionista, característica que encierra sus peligros, pero que define todo el atractivo hacer de este singular concertista y músico de cámara. Éxito pleno y justificado.

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