500.000 alumnos franceses de secundaria se manifiestan para exigir medios y profesores

110 detenidos en una jornada con 350 protestas en todo el país, arruinada por grupos violentos

La violencia irrumpió ayer en las 350 manifestaciones de alumnos de secundaria en Francia y arruinó una "jornada nacional de acción" que sacó a la calle a más de medio millón de jóvenes y consolidó el movimiento de protesta en demanda de una mejor educación, más profesores y más medios. Infiltrados entre los manifestantes, y encarándose con ellos llegado el caso, un millar de alborotadores organizados se aplicaron en París a la tarea de romper cabinas, asaltar tiendas, y volcar y quemar un centenar de vehículos. El día se saldó con un estudiante y varios policías heridos, y 110 detenidos.
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La violencia irrumpió ayer en las 350 manifestaciones de alumnos de secundaria en Francia y arruinó una "jornada nacional de acción" que sacó a la calle a más de medio millón de jóvenes y consolidó el movimiento de protesta en demanda de una mejor educación, más profesores y más medios. Infiltrados entre los manifestantes, y encarándose con ellos llegado el caso, un millar de alborotadores organizados se aplicaron en París a la tarea de romper cabinas, asaltar tiendas, y volcar y quemar un centenar de vehículos. El día se saldó con un estudiante y varios policías heridos, y 110 detenidos.

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Lo que prometía ser un acontecimiento de reivindicación democrática, el reencuentro solidario en las calles de adolescentes que en muchos casos participaban por vez primera en una protesta colectiva, dio paso a escenas delirantes de una violencia ciega que dejó en la capital francesa un rastro de pillajes, incendios y agresiones y un amargo sabor de boca entre los perplejos alumnos de los liceos. "Son jóvenes como nosotros, pero no son estudiantes", denunciaban con la voz ronca los estudiantes de secundaria que ya en la plaza Nation de París, antes del inicio de la marcha, asistieron impotentes a la actuación de los encapuchados, armados a veces con barras y palos y también con gasolina y navajas.

Muchos alumnos abandonaron la manifestación, pero otros, en un número inferior a 25.000, continuaron la marcha hasta llegar a la sede del Ministerio de Educación, donde el ministro Claude Allègre recibió a sus representantes.

Las escenas violentas se repitieron a lo largo del recorrido ante la impotencia y la desolación de los miembros del servicio de orden, organizado por los propios delegados de los liceos. "Largaos", gritaban inútilmente a los protagonistas de los disturbios.

La gravedad de la situación llevó a los miembros de este servicio de orden a reclamar la actuación de los agentes antidisturbios (CRS), pero no pudieron evitar que los grupos violentos siguieran utilizando la manifestación como escudo. Un alumno fue herido de un navajazo y otros sufrieron las consecuencias de las cargas policiales. Decenas de jóvenes fueron detenidos y varios policías tuvieron que ser hospitalizados, uno de ellos en grave estado, por la paliza que le propinó un grupo de encapuchados.

La paradoja es que entre las demandas de los adolescentes que se manifestaron en la práctica totalidad de las capitales francesas figura precisamente la del incremento del número de vigilantes en los liceos para acabar con la inseguridad que ronda los centros escolares.

Ayer, en París, pero también en otras capitales, los alumnos de secundaria vieron cómo la violencia que denuncian surgía de sus propias filas hasta empañar y desvirtuar la naturaleza de su protestas.

Según la policía, que la víspera advirtió a los comerciantes de la conveniencia de echar las persianas al paso de las manifestaciones, los protagonistas de la violencia proceden de lo que en la terminología al uso se denomina "barrios sensibles". Privarles del título de estudiante resulta probablemente excesivo, puesto que, más allá de su aplicación y actitud académica, también ellos están matriculados en los centros escolares y son compañeros de estos otros alumnos que reclaman poder estudiar en mejores condiciones.

Como viene haciendo desde que empezaron las manifestaciones, el ministro Claude Allègre volvió a darles la razón a estos adolescentes que quieren un aumento del número de profesores y del personal no docente, que denuncian la masificación de aulas con 35 y 40 alumnos, que reclaman más ordenadores, mejores medios, laboratorios de lenguas, equipamientos deportivos y comedores escolares. El ministro anunció que el malestar de los liceos le ratifica en su programa de reforma de la secundaria y le da argumentos para reclamar al Consejo de Ministros que aumente de 198.000 millones de francos (casi 5 billones de pesetas) a 345.000 (8,6 billones de pesetas) el presupuesto de Educación.

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