El portavoz de la Casa Blanca deja el cargo y priva a Clinton de su mejor escudo

Que el portavoz de un Gobierno deje el cargo bajo los aplausos de la prensa es insólito. Que ese portavoz salga con su credibilidad personal y profesional intacta tras haber lidiado con una catarata de escándalos como Whitewater, la financiación de la campaña electoral de Clinton de 1996 y el caso Lewinsky es un milagro. Pues bien, Mike McCurry lo ha conseguido. El jueves, McCurry compareció por última vez ante la prensa en la Casa Blanca. Respondió con su calma, buen humor y honestidad de siempre a difíciles preguntas sobre el caso Lewinksy y luego dijo adiós. "Ahora", dijo McCurry, de 43 año...

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Que el portavoz de un Gobierno deje el cargo bajo los aplausos de la prensa es insólito. Que ese portavoz salga con su credibilidad personal y profesional intacta tras haber lidiado con una catarata de escándalos como Whitewater, la financiación de la campaña electoral de Clinton de 1996 y el caso Lewinsky es un milagro. Pues bien, Mike McCurry lo ha conseguido. El jueves, McCurry compareció por última vez ante la prensa en la Casa Blanca. Respondió con su calma, buen humor y honestidad de siempre a difíciles preguntas sobre el caso Lewinksy y luego dijo adiós. "Ahora", dijo McCurry, de 43 años, "quiero hacer algo de dinero". Nadie puede acusar a McCurry de abandonar el barco en pleno naufragio. El que ha sido la voz y el rostro de la Casa Blanca durante cuatro años había anunciado el pasado julio que se iba, en un momento en que la popularidad del presidente estaba en alza. "Con este asunto", dijo el jueves al referirse al caso Lewinsky, "he intentado no engañar. Pero en muchos momentos no tenía la información correcta. Francamente, el presidente también me engañó a mí".

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