ELECCIONES EN BRASIL

Brasil advierte que no supeditará su política a las exigencias del Fondo Monetario

ENVIADO ESPECIALFernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil y gran favorito para ser reelegido, votará mañana con el corazón en su país, aunque su mente estará en Washington, donde su ministro de Hacienda negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) las condiciones de un paquete de ayuda para contrarrestar los efectos de la crisis financiera y la huida de casi 30.000 millones de dólares (más de 4,5 billones de pesetas) de las arcas del Estado en poco más de un mes. El Gobierno brasileño dijo que no someterá su política a los dictados del Fondo.

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ENVIADO ESPECIALFernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil y gran favorito para ser reelegido, votará mañana con el corazón en su país, aunque su mente estará en Washington, donde su ministro de Hacienda negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) las condiciones de un paquete de ayuda para contrarrestar los efectos de la crisis financiera y la huida de casi 30.000 millones de dólares (más de 4,5 billones de pesetas) de las arcas del Estado en poco más de un mes. El Gobierno brasileño dijo que no someterá su política a los dictados del Fondo.

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"El Gobierno no acepta ninguna injerencia, ninguna presión, ninguna exigencia" del FMI, declaró el portavoz de la presidencia, Sergio Amaral, que explicó que en las discusiones con los organismos internacionales "hay puntos de acuerdo y puntos de desacuerdo".Cardoso tiene todos los puntos para ser reelegido sin necesidad de acudir a una segunda vuelta. Las últimas encuestas le otorgan una cómoda ventaja del 46% de intención de voto, frente al 25% de su inmediato seguidor, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luis Inacio Lula da Silva. La campaña electoral más corta y despolitizada, según los analistas, llegó a su fin y los brasileños se preparan para acudir mañana a las urnas con los ojos del mundo pendientes del incierto futuro de la economía del gigante de América Latina. La crisis de los mercados financieros ha sacudido con fuerza a Brasil, que después de los comicios entrará en la hora de las decisiones. El próximo presidente de la República dispondrá de poco tiempo para saborear el triunfo, que puede tornarse amargo si el plan de ajuste fiscal provoca, como es previsible, el rechazo popular.

En Brasil, las siglas FMI despiertan una gran animadversión. Consciente de ello, Sergio Amaral subrayó que el Gobierno brasileño considera "positiva" la preocupación del Fondo Monetario por que las medidas de ajuste no tengan impacto en las capas más pobres de la población y habló, incluso, de "una evolución" de dicho organismo internacional.

La prensa brasileña dio ayer amplia cobertura a las previsiones de Paul Krugman, el economista que está más de actualidad por el acierto de sus análisis sobre la crisis asiática. En un seminario en Washington sobre desarrollo, el economista del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) vaticina una "recesión terrible" para Brasil, ya que, en su opinión, para obtener el paquete de ayuda que está negociando con los organismos multilaterales el Gobierno brasileño "tendrá que reducir en un 3% o 4% del PIB el déficit fiscal y, al mismo tiempo, mantener los tipos de interés en los niveles actuales para evitar la fuga de capitales".

Sombrías previsiones

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Krugman ha ahondado en sus sombrías previsiones para Brasil al aludir a una próxima devaluación del real. Ya es demasiado tarde para hacerlo de manera controlada, ha dicho: "Si Brasil quiere devaluar el real en un 25% habrá fuga de capitales y el valor del dólar acabará en 125%".

¿Qué alternativa le queda al próximo presidente? En opinión del economista del MIT, la única hipótesis que evitaría la recesión es de imposible aplicación: que Brasil recibiera un paquete de ayuda "absurdamente voluminoso, una línea de crédito algo así como de 200.000 millones de dólares" (unos 30 billones de pesetas).

Un total de 106 millones de electores han sido convocados a las urnas para elegir al presidente de la República, los gobernadores de los 27 Estados, senadores, diputados federales y diputados de los Estados. Por primera vez en la historia de Brasil un jefe de Estado ha sido habilitado para presentarse a la reelección.

Pese a la gravedad de la situación, el candidato Cardoso ha eludido durante la mayor parte de la campaña hablar de la crisis. Cuando lo hizo, la definió como una cuestión internacional y no brasileña. Los últimos días admitió que Brasil siente los efectos de la crisis, provocada "por aquellos que creen que el mundo es un gran casino", y anunció un futuro plan de ajuste drástico, del que hasta la fecha no ha dado detalles. No hubo ningún debate electoral entre los candidatos porque el presidente no quiso y porque la televisión, en concreto la todopoderosa red Globo, no mostró ningún interés.

Tampoco Lula ha hecho grandes aportaciones a un eventual debate sobre la crisis económica. Sólo en el tramo final de la campaña empezó a ofrecer propuestas, como pedir un control de los tipos de cambio, aunque difundió esta idea antes en la cadena de televisión estadounidense CNN que en los medios de comunicación brasileños.

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