Los católicos filipinos tendrán parroquia propia en Barcelona
Los católicos filipinos residentes en la archidiócesis de Barcelona disponen desde ahora de una parroquia personal, una figura prevista en el Código de Derecho Canónico para ofrecer atención pastoral a determinados grupos de personas, generalmente en razón de su lengua o nacionalidad. El arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, por medio de un decreto, ha hecho posible esta iniciativa, que será la primera de Europa para ciudadanos filipinos. En Barcelona ya hay una parroquia alemana y otra francesa, además de la militar, que se acoge a la misma figura canónica. La sede de la parroquia fil...
Los católicos filipinos residentes en la archidiócesis de Barcelona disponen desde ahora de una parroquia personal, una figura prevista en el Código de Derecho Canónico para ofrecer atención pastoral a determinados grupos de personas, generalmente en razón de su lengua o nacionalidad. El arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, por medio de un decreto, ha hecho posible esta iniciativa, que será la primera de Europa para ciudadanos filipinos. En Barcelona ya hay una parroquia alemana y otra francesa, además de la militar, que se acoge a la misma figura canónica. La sede de la parroquia filipina será la basílica de los Sants Just i Pastor, situada en el Barri Gòtic, que desde hace bastantes años se ha convertido en el lugar de culto y reunión de los católicos del archipiélago asiático resientes en la capital catalana. El rector de la parroquia filipina de Barcelona será el sacerdote Conrado N. Amon, que sucederá a Avelino Sapida, la persona que se ha encargado durante los últimos 12 años de atender a esta comunidad, cifrada aproximadamente en unas 10.000 personas. Sapida deja su puesto y vuelve ahora a su país. La toma de posesión del rector y el inicio oficial de las actividades de esta especial parroquia se celebrarán el 27 de septiembre. En esa fecha se celebrará una una misa presidida por el obispo auxiliar de Barcelona, Jaume Traserra, a la que asistirán los dos obispos filipinos que mediaron especialmente ante la archidiócesis barcelonesa para conseguir este objetivo: el obispo de Imús, Manuel C. Sobreviñas, y el obispo de Catarman.