Crítica:QUINCENA MUSICAL

Un órgano romántico y un Berio delicioso

Guipúzcoa es tierra de excelentes organistas, así que la quincena musical, con toda consecuencia, atiende cada año esta parcela musical a través de un curso internacional y una serie de conciertos. Esta vez, las actuaciones en Santa María del Coro del francés Loic Mallié, el iruñés Esteban Landart y el suizo Jean-Christophe Geiser tuvieron una suerte de culminación significativa y emocional en el acto conmemorativo del gran órgano de Santa María la Real, de Azkoitia, instalado hace un siglo y que fue uno de los últimos instrumentos construidos por Cavaillé, tercer nombre ilustre de la célebre ...

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Guipúzcoa es tierra de excelentes organistas, así que la quincena musical, con toda consecuencia, atiende cada año esta parcela musical a través de un curso internacional y una serie de conciertos. Esta vez, las actuaciones en Santa María del Coro del francés Loic Mallié, el iruñés Esteban Landart y el suizo Jean-Christophe Geiser tuvieron una suerte de culminación significativa y emocional en el acto conmemorativo del gran órgano de Santa María la Real, de Azkoitia, instalado hace un siglo y que fue uno de los últimos instrumentos construidos por Cavaillé, tercer nombre ilustre de la célebre dinastía de organeros franceses. Arístides Cavaillé (Montpellier 1811-París 1899) fue autor de órganos tan emblemáticos como los de St. Denis, La Madelaine y St. Sulpice, de París, y creó otro, espectacular, para Santa María del Mar de Barcelona, hoy desaparecido.El jueves, en Azkoitia, esa mágica villa en donde nació el movimiento ilustrado de "los caballeritos" y que en el siglo XVI había dado un tratadista tan importante como Martínez de Bizcargui, nos reunimos en el hermoso y monumental templo gótico renacentista para escuchar al muniqués Johannes Skudlik el repertorio apropiado, cuando no influido, por la organería Cavaillé: César Franck, Guilmant, Boellmann, Dubois, Widor Vierne. Todos ellos responden a una especial sensibilidad romántica y a un instinto sonoro contrastado, multicolor, lírico -y a veces tenuemente popular- y en los momentos decisivos, imponente.

La parroquia de Santa María, acostada al palacio de los duques de Granada de Ega -señorío guipuzcoano y sevillano a la vez- y vecina a la casa del conde de Peñaflorida, capítulo primero del liberalismo ilustrado vasco abierto al mundo, se llenó de público azkoitano que recordará por mucho tiempo esta bella tarde centenaria.

Vida comunicativa

El viernes, en San Sebastián y en el salón de la Kutxa, Ramón Lazcano y su excelente conjunto Ostots Musika Taldea dieron vida comunicativa a diversas manifestaciones musicales de nuestro tiempo, desde Iannis Xenakis (1923) hasta Magnus Limberg (1958) y Zuriñe Fernández Gerenabarrena (1963), con una amplia representación de Luciano Berio (1925), del que oímos sus Folk songs o la breve y deliciosa O King, con la actuación solista, absolutamente acertada, de la soprano suiza de origen canario Isabelle Henríquez. Zuriñe es un valor joven de la música de Euskadi que ha sobrepasado las fronteras nacionales e internacionales, pues la calidad e interés de su lenguaje responde al pensamiento y sensibilidad que lo anima. La labor de Lazcano, compositor, director y profesor donostiarra largamente galardonado, denota sabiduría, dominio y fantasía. Explicada como él lo hace, la música de nuestro tiempo puede provocar, como ha sucedido ahora, la respuesta entusiasta de una audiencia que llenó el local de la calle de Andía.

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