Una terna que parecía aspirante al anonimato
Morante, Mora y Abellán coincidieron en no pretender hacerse notar. A juzgar por lo visto ayer, más que buscar la incomodidad de la gloria y las servidumbres de la popularidad, aspiran a la modesta tranquilidad del anonimato.Sólo Eugenio de Mora pisó fuerte, aunque vacilante, hasta el punto de que lo más notable fue el comportamiento incierto y cambiante del tercer toro, que no era el más aparatoso. Salió en manso, se empleó con genio en una primera vara y huyó de la segunda para no decir nada en banderillas. Llegó a la muleta comiéndose el engaño, por lo que Abellán lo sometió por bajo en sus...
Morante, Mora y Abellán coincidieron en no pretender hacerse notar. A juzgar por lo visto ayer, más que buscar la incomodidad de la gloria y las servidumbres de la popularidad, aspiran a la modesta tranquilidad del anonimato.Sólo Eugenio de Mora pisó fuerte, aunque vacilante, hasta el punto de que lo más notable fue el comportamiento incierto y cambiante del tercer toro, que no era el más aparatoso. Salió en manso, se empleó con genio en una primera vara y huyó de la segunda para no decir nada en banderillas. Llegó a la muleta comiéndose el engaño, por lo que Abellán lo sometió por bajo en sus mejores muletazos. Continuó persiguiendo el engaño y, de pronto, tiró el pitón a la barbilla del torero, que también tuvo la suerte de que no lo encontrase en el suelo. A partir de ahí el toro se reservó la embestida mientras calculaba por dónde podía hacer daño. También ahí acabó el torero, o quizás hubiera sido mejor que acabara, porque le quedaron dos feísimas estocadas atravesadas con salida al exterior. Tampoco el sexto permitió que Avellán se encontrase a gusto recetando los mil y un derechazos y naturales que mandan las vigentes ordenanzas.
González / Morante, Mora, Abellán
Cinco toros de Manolo González (6º, devuelto), 1º y 2º sosos, 3º y 4º mansos con genio. Sobrero del Marqués de Domecq.Morante de la Puebla: oreja; ovación. Eugenio de Mora: oreja en los dos; salió a hombros. Miguel Abellán: ovación; silencio. Plaza de Almería, 29 de agosto. 7ª y última corrida de feria. Más de media entrada.
Algo falló en el trasteo de Morante, que sevillaneó con capa y muleta con buenas maneras, cierta dosis de preciosismo y una levedad que provocó no se le pusiera demasiada atención. El cuarto tenía genio y pies. Morante estuvo fácil y sin apreturas.
Eugenio de Mora se enfrentó a un toro con el que se emplearon en varas con nocturnidad y alevosía. El animal llegó a la muleta andando al paso; la cosa es que el toledano se centró y logró llevarlo con la izquierda bastante bien. En el quinto toreó de verdad en dos series por la derecha.