Cartas al director

Calvario

Como todos los trabajadores del Hospital de la Fuenfría (Cercedilla), vivimos en un poblado anexo y perteneciente a éste, cedido a la Seguridad Social por una antigua fundación laboral. Y aquí es donde empieza el problema: al enterarme de que queda vacía una vivienda dentro de la propiedad solicito dicho cambio (traslado interno). ¿A quién? En primer lugar me dirijo al gerente del hospital, no me da solución.

A continuación me dirijo al titular de las viviendas, Tesorería General de la Seguridad Social, que me remite al gestor de las viviendas, Dirección General del Insalud (calle de ...

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Como todos los trabajadores del Hospital de la Fuenfría (Cercedilla), vivimos en un poblado anexo y perteneciente a éste, cedido a la Seguridad Social por una antigua fundación laboral. Y aquí es donde empieza el problema: al enterarme de que queda vacía una vivienda dentro de la propiedad solicito dicho cambio (traslado interno). ¿A quién? En primer lugar me dirijo al gerente del hospital, no me da solución.

A continuación me dirijo al titular de las viviendas, Tesorería General de la Seguridad Social, que me remite al gestor de las viviendas, Dirección General del Insalud (calle de Alcalá, 52), que delega en la Subdirección General de Obras, Instalaciones y Suministros, en donde no soy escuchada por ninguna de las vías utilizadas.

Me dirijo entonces a la cúspide de la pirámide, el presidente ejecutivo del Insalud, al que remito cartas pasadas por registro (siete meses, siete cartas): solicito cita para que pueda escuchar mi solicitud y mi problema. Hace ya cuatro meses, continúo en lista de espera sin fecha definida.

Después de todo este vía crucis me encuentro impotente ante la Administración. No estoy preparada como Cúchares para torear este morlaco. ¿O es que aún quedan en este país resabios preconstitucionales?

Creo que en buena medida los caciquismos dieciochescos aún no están pasados de moda.

No me explico que para un simple cambio de vivienda tenga que luchar con una Administración en la cual todo el mundo se pasa la pelota de unos a otros. Creo que mi protesta es justa indignación por no ser escuchada, doy gritos a sordos que no parecen querer usar sonotone.-

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