Reportaje:

Un balneario a 1.500 metros de altura

Además del paisaje y del patrimonio arquitectónico, el valle ofrece al visitante la posibilidad de mejorar la salud con tratamientos naturales en el balneario de Caldes de Boí, un centro turístico de primer orden emplazado a 10 kilómetros de Aigüestortes y a una altitud de 1.500 metros. La estación termal, que se remonta a la época romana, tiene unas características específicas, y lo que la diferencia de todas las demás es que tiene una red de 37 fuentes de aguas mineromedicinales de composición química diferente, frías y calientes, indicadas para el tratamiento de reumatismos, enfermedades a...

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Además del paisaje y del patrimonio arquitectónico, el valle ofrece al visitante la posibilidad de mejorar la salud con tratamientos naturales en el balneario de Caldes de Boí, un centro turístico de primer orden emplazado a 10 kilómetros de Aigüestortes y a una altitud de 1.500 metros. La estación termal, que se remonta a la época romana, tiene unas características específicas, y lo que la diferencia de todas las demás es que tiene una red de 37 fuentes de aguas mineromedicinales de composición química diferente, frías y calientes, indicadas para el tratamiento de reumatismos, enfermedades articulares, artrosis, gota, fibrositis, mialgias, afecciones respiratorias y problemas circulatorios, urinarios, dermatológicos, digestivos y nerviosos. El balneario, declarado de utilidad pública en 1887, está abierto desde el 24 de junio hasta el 30 de septiembre y sus responsables tienen en proyecto una ampliación del hotel Caldas (antigua hospedería medieval de 1671) que permitirá abrir las instalaciones en invierno como complemento del turismo blanco. El complejo cuenta con dos hoteles con capacidad para 422 personas y un edificio de servicios termales en el que destacan sus estufas naturales únicas en el mundo, los baños turcos, los masajes subacuáticos y la fangoterapia. Antiguamente, los usuarios habituales de los balnearios eran personas mayores con problemas de salud, pero en los últimos años se ha producido un cambio de tendencia y en la actualidad también acuden a estos centros termales personas de edad media, con un gran poder adquisitivo, para combatir la obesidad y el estrés, la más moderna de las enfermedades, o simplemente para someterse a tratamientos de belleza. El estrés se cura nada más estando aquí y sin necesidad de darse baños ni masajes. "Los madrileños alucinan cuando observan el paisaje desde las terrazas", afirma uno de los responsables de la estación, que cada día organiza diferentes actividades lúdicas para entretener a los clientes.

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