Crítica:FESTIVAL DE PIRINEOS SUR

Faudel descarga su "rai" bajo la tormenta

No, los franceses no vinieron. Se les esperaba en Lanuza, donde la noche ofrecía rai en condiciones. Actuaban Chaba Zahouania y Faudel, artistas con peso en la tierra del croissant, y de allí se preveía nutrido grupo de asistentes. Pero no vinieron, y quizá porque la tarde deparó nubes y la noche amenazaba lluvia se quedaron en casita sin acercarse a Lanuza, donde unos pocos desafiaron a los elementos y se apuntaron a la noche francesa de Pirineos Sur. Y llovió, y además Chaba Zahouania salió con retraso de Orán y a la hora de su actuación estaba llegando a París, y Faudel hubo de suprimir los...

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No, los franceses no vinieron. Se les esperaba en Lanuza, donde la noche ofrecía rai en condiciones. Actuaban Chaba Zahouania y Faudel, artistas con peso en la tierra del croissant, y de allí se preveía nutrido grupo de asistentes. Pero no vinieron, y quizá porque la tarde deparó nubes y la noche amenazaba lluvia se quedaron en casita sin acercarse a Lanuza, donde unos pocos desafiaron a los elementos y se apuntaron a la noche francesa de Pirineos Sur. Y llovió, y además Chaba Zahouania salió con retraso de Orán y a la hora de su actuación estaba llegando a París, y Faudel hubo de suprimir los bises porque apareció la lluvia. Noche movida en Pirineos Sur.Claro que no todos los días el azar regala un concierto de rai con tormenta de fondo. La ausencia de Zahouania obligó a Faudel a cargar con todo el protagonismo que le hubiese sido hurtado de no mediar retrasos en los vuelos. Si la chaba hubiese llegado a tiempo, el cheb no habría podido actuar, debido a la lluvia que cayó sobre el auditorio natural. O sea que finalmente mejor que el cartel sólo tuviese una cabeza, que por cierto actuó bajo la tormenta.

Mediado el concierto, el viento ya rizaba las aguas y la tormenta anunciaba su llegada iluminando el cielo con fogonazos. Los espectadores disponían entonces de dos opciones para fijar la mirada. Por un lado tenían a Faudel y su banda soltándose en plan pop-rai, y por otro un cielo espectacular iluminado como en esas películas en las que la tormenta presagia terrores mil. Como fuere que no se oían truenos, nada impidió el normal desarrollo de una actuación sobre la que se podía apostar en qué momento quedaría interrumpida por la lluvia.

Faudel es un chaval muy joven, 20 años apenas, pero ya se ha ganado un espacio entre los aficionados tanto de Francia como de Argelia. Su rai es contemporáneo y a la base tradicional, defendida con violín, teclado y percusión, añade vigorosos retazos de funk, reggae, pop, rumba y hasta salsa, estilos estos últimos que emergen en temas como Omri, uno de los que conforman su aplaudido Baïda. Sin embargo todo el vigor y la frescura de este álbum, reeditado hace pocos meses, se perdió en escena, donde Faudel ofreció un pálido reflejo de lo que parece ser.

Y es que a su concierto le faltó el empuje necesario para enganchar a los espectadores, metidos en un sube y baja que restó continuidad al ritmo del recital. Sólo la parte final, acontecida tras una pieza tradicional tocada con los músicos de Zahouania, Faudel se acercó asimismo con piezas como Eray, Tellement n"Brick o Baïda. Antes, eso sí, regaló uno de los momentos dulces de la noche con La valse, una deliciosa balada cargada de ternura.

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