Un diplomático de EEUU llevó al hospital al líder de la oposición

Thomas Pickering, enviado especial del presidente estadounidense Bill Clinton a Nigeria, fue uno de los últimos en ver vivo al líder de la oposición de aquel país africano, Moshood Abiola. Cuando éste se desplomó, Pickering estaba delante conversando amigablemente con él del futuro.A la entrevista, celebrada en la capital, Abuja, a petición del presidente Clinton, asistían otros dos diplomáticos norteamericanos y dos altos funcionarios nigerianos. "Vinimos con la sola idea de verle y charlar con él acerca de sus planes. Queríamos utilizar toda esa información para presionar al jefe del Estado ...

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Thomas Pickering, enviado especial del presidente estadounidense Bill Clinton a Nigeria, fue uno de los últimos en ver vivo al líder de la oposición de aquel país africano, Moshood Abiola. Cuando éste se desplomó, Pickering estaba delante conversando amigablemente con él del futuro.A la entrevista, celebrada en la capital, Abuja, a petición del presidente Clinton, asistían otros dos diplomáticos norteamericanos y dos altos funcionarios nigerianos. "Vinimos con la sola idea de verle y charlar con él acerca de sus planes. Queríamos utilizar toda esa información para presionar al jefe del Estado [el general Abubakar] para su inmediata liberación", afirmó Pickering ayer en una rueda de prensa.

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"Cuando [Abiola] llegó ante nosotros, le encontré bien, con un buen estado de salud. Parecía encontrarse con buen ánimo. Me recordó que nos habíamos conocido hace 17 años cuando yo era embajador de EEUU en Nigeria. Habló con enorme precisión de los dos encuentros que mantuvimos entonces".

Poco después, Abiola dijo sentirse mal. Se quejó de fuertes dolores. Los dos funcionarios nigerianos, uno de ellos viceministro de Exteriores, fueron inmediatamente en busca de un médico. Pero en vista de que la situación de Abiola empeoraba, Pickering y los diplomáticos estadounidenses decidieron no esperar y trasladaron al enfermo a uno de sus automóviles y le condujeron con rapidez a la clínica Asso Rock, próxima al lugar del encuentro, una mansión cedida por la junta militar que en todo momento facilitó los trámites para que se celebrase la reunión entre Abiola y los enviados estadounidenses.

Los médicos lucharon durante 90 minutos por salvar la vida de Abiola. Pero todo fue inútil. Sólo pudieron certificar su muerte. El enviado especial de Clinton fue testigo de esos esfuerzos.

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Pickering se sumó ayer a las peticiones de la familia para que un equipo internacional de forenses practique la autopsia y acabe así con las suspicacias sobre un envenenamiento. EEUU, Canadá y el Reino Unido han anunciado el envío de un equipo. Esta medida, aceptada por la junta militar, se topa con la tradición musulmana, religión de la que era practicante Abiola. Es costumbre enterrar a los muertos en las 24 horas siguientes a su fallecimiento.Charles Clements, destacado miembro de una organización de derechos humanos de Abuja, y médico de profesión, afirmó ayer que los militares tenían conocimiento del delicado estado de salud de Abiola. Afirma que todo esto se traduce en unas responsabilidades políticas concretas. Clements reveló que el médico personal de Abiola, el doctor Mitchell Feinman, escribió al general Abubakar el pasado 22 de junio. En aquella misiva le advertía de que Abiola "sufría problemas de salud que amenazaban su vida" y que de no recibir el tratamiento médico adecuado podría morir en prisión.

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