Tribuna:

Energía positiva

ENRIQUE MOCHALES Lo siento: voy a hacer publicidad. Aramís Fuster ha publicado un libro. Sonamos, que diría Mafalda. La editorial de su libro no es otra que la mismísima Editorial Planeta. Pero lo mejor del asunto es que la bruja multimedia acudió a los almacenes de Planeta a cargar sus libros de energía. La leona bajó de su Mercedes, sí señor, un Mercedes, y reclamó intimidad porque debía hacer el rito en bolas. Que cada cual se imagine lo que ocurrió ahí dentro. Lo cierto es que media hora después los empleados del almacén encontraron uno de los palets de libros doblado. ¿Fueron las fuerza...

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ENRIQUE MOCHALES Lo siento: voy a hacer publicidad. Aramís Fuster ha publicado un libro. Sonamos, que diría Mafalda. La editorial de su libro no es otra que la mismísima Editorial Planeta. Pero lo mejor del asunto es que la bruja multimedia acudió a los almacenes de Planeta a cargar sus libros de energía. La leona bajó de su Mercedes, sí señor, un Mercedes, y reclamó intimidad porque debía hacer el rito en bolas. Que cada cual se imagine lo que ocurrió ahí dentro. Lo cierto es que media hora después los empleados del almacén encontraron uno de los palets de libros doblado. ¿Fueron las fuerzas ocultas de Aramís? Siguiendo en esta línea, ¿ustedes conocen los ritos mágicos de los escritores, de los que se supone que son auténticos escritores, para cargar sus libros de energía? Antonio Gala, por ejemplo, encargó para la feria del libro un montón de rosas que regaló con los ejemplares de su última obra. El famosísimo escritor ha recurrido insistentemente a la flor en las portadas de sus últimos libros. Es bien sabida la energía positiva que hay en una rosa, sobre todo cuando es roja. Pero una rosa es una rosa... Dicen que lo puso todo perdido de pétalos, tallos, pulgones, etcétera. Incluso corrió la voz de que una avispa escapada de un capullo picó a una pobre dama en la nariz. Por su parte, Terenci Moix -pronúnciese el apellido en castellano, no en francés, quesuena como un beso de broma- donó una fotografía casi íntima para la portada de su libro. Seguramente su pecho velludo es un chocante reclamo y además carga el libro de una energía terriblemente provocadora, porque se comenta que un sector de admiradores le pidió a gritos que se desabrochase la camisa en el stand. Se puede llegar a una conclusión: se carga los libros de marketing que se supone positivo. No es nada nuevo. En este supermercado ferial que es el negocio editorial y la cultura por extensión, hay que animar la fiesta. Las ferias son grandes bazares, con floristerías, espectáculos callejeros, presencia de los partidos políticos -en Sant Jordi, Convergencia Democràtica de Catalunya tenía instalada una tarima con saltimbanquis y equilibristas-, y, por supuesto, la comparecencia de las grandes estrellas de la literatura española contemporánea. No estoy seguro de si Mortadelo y Filemón estuvieron presentes en la feria, a pesar de que hace poco Ediciones B organizó un homenaje a su creador, Ibáñez, con motivo del cuarenta cumpleaños de sus personajes. Pero, volviendo al tema que nos ocupaba, ahora Tom Clancy, un escritor de best-sellers político-militares despreciado por los críticos, que sin embargo en los USA vende el copón bendito, explota el nuevo filón de los nacionalismos europeos vistos desde su despacho de Carolina del Norte. ¿Cómo cargará de energía sus libros este señor, al cual, por lo visto, el mismísimo Pentágono pide informes? ¿Pondrá una gotita de ántrax bajo una solapa que se pueda despegar a voluntad? ¿O simplemente atacará con su tanque particular en el campo de tiro de su jardín, el día de la presentación de su libro, ante los medios de comunicación y las personalidades culturales de turno? Lo de Aramís Fuster no debe sorprendernos. Al fin y al cabo, firmó multitud de ejemplares en la feria. Todo el mundo hace el número a su manera. Eso es cultura, y lo demás son tonterías. Pero leyendo este tipo de noticias, y sabiendo que el libro de esta bruja lo ha publicado la Editorial Planeta, no puedo menos que cargarme de energía positiva para tomármelo a risa. Mejor no llorar por tantos excelentes escritores que envejecerán, o algo peor, antes de publicar un libro que las editoriales no consideran una buena inversión comercial.

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