Investigados dos cardiólogos en el Reino Unido por la muerte de 29 bebés

La muerte de 29 bebés operados por dos cardiólogos en el Real Hospital de Bristol entre 1995 y 1998 ha estremecido a los británicos y sacudido los cimientos del Consejo General de la Medicina. Sus miembros han concluido que los dos cirujanos, James Wisheart, de 60 años, y Janardan Dhasmana, de 58, ejecutaron delicadas operaciones a corazón abierto «careciendo de la destreza necesaria y poniendo en peligro la vida de los pequeños». El gerente que permitió las intervenciones, John Roylance, es también responsable de negligencia.

Las familias de las víctimas exigen una investigación públic...

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La muerte de 29 bebés operados por dos cardiólogos en el Real Hospital de Bristol entre 1995 y 1998 ha estremecido a los británicos y sacudido los cimientos del Consejo General de la Medicina. Sus miembros han concluido que los dos cirujanos, James Wisheart, de 60 años, y Janardan Dhasmana, de 58, ejecutaron delicadas operaciones a corazón abierto «careciendo de la destreza necesaria y poniendo en peligro la vida de los pequeños». El gerente que permitió las intervenciones, John Roylance, es también responsable de negligencia.

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Las familias de las víctimas exigen una investigación pública y medio centenar de las familias afectadas no descarta interponer una demanda contra los médicos cirujanos.«Ésta es una tragedia que ha deshecho nuestras vidas y aún esperamos un signo de apoyo, siquiera por parte del hospital de Bristol», lamenta Helen Rickard, madre de una de las bebés fallecidas en estas circunstancias.Tracey Clarke, madre de otra niña muerta, Melissa, de 11 meses, teme incluso por la seguridad del resto de sus hijos: «Tuve otro niño un año después de perder Mel. De haber nacido con el mismo problema cardiaco podría haber corrido igual suerte», Melissa fue operada por Janardan Dhasmana y la madre espera algo más que la admisión de su culpa. Quiere saber si hubo otros fallos hospitalarios y por qué la situación sólo se hizo pública a través de los medios de comunicación. El Consejo médico no ha decidido aún si echará al trío de la profesión. Wisheart y Roylance están ya jubilados. El primero solicitó incluso una baja anticipada que entró en vigor 24 horas antes de publicarse el informe que criticaba, sobre todo, la soberbia exhibida también por su colega Dhasmana.

Ambos desoyeron las llamadas de atención de sus colegas, en especial el anestesista Stephen Bolsin, que compiló el informe utilizado luego para comparar los pésimos resultados obtenidos en Bristol: 29 muertes en 53 operaciones a corazón abierto.

Todos los pequeños tratados padecían enfermedades congénitas y sus padres confiaron plenamente en los dos cardiólogos. Ello a pesar de que ninguno era un experto en pediatría. James Wisheart intervino a 15 bebés. Según el Consejo, debió haberlo dejado en la undécima operación. Para entonces cinco de los niños habían muerto en el quirófano o pocos días después.

En cuanto a Janardan Dhasmana, nunca debió llegar a la mesa de operaciones número 38. Los dos cirujanos suman un trágico récord de muertes en casos a veces simples o por lo menos resueltos con éxito en otros hospitales británicos. John Roylance, director ejecutivo del hospital, fue avisado por el anestesista Bolsin en 1988, pero no tomó decisión alguna hasta 1995. Durante esos seis años siguió habiendo más muertes que en el resto del país. Dicho detalle fue ocultado por los dos médicos investigados a las familias de los niños enfermos. En 1995 un cardiólogo pediátrico llegó a Bristol. Su presencia ha contribuido a restaurar los índices de seguridad del área infantil, según el propio consejo médico.

Trayectoria profesional

Uno de los aspectos más oscuros y turbadores del caso es la propia trayectoria profesional de James Wisheart. Considerado una buena persona pero casi incapaz de aceptar una crítica, este médico acabó convirtiéndose en uno de los cirujanos más distinguidos del hospital de Bristol en plena polémica interna sobre las operaciones cardiacas.En 1995 recibió incluso una gratificación anual de diez millones de pesetas por los servicios prestados a la cirugía cardiaca del Reino Unido. Dichos premios son otorgados por recomendación de otros colegas de mayor rango. En su caso, los mismos no podían ignorar lo ocurrido en los quirófanos del hospital de Bristol. Según Rudolf Klein, experto en política social de la Universidad de Bath, el caso no atañe sólo a dos médicos incompetentes. «Da la impresión de que estamos ante un entorno cerrado con conocidos que llevan 20 años colaborando. Asistimos a la enfermedad de una institución y el reto será ahora mejorar la actuación de los cirujanos en todo el país», ha escrito en The Independent.

El Ministerio de Sanidad del Reino Unido ha despejado su última duda con la promesa de crear inmediatamente dos instituciones que velen, por un lado, por la capacidad profesional de los médicos en ejercicio en los hospitales y que supervisen su trabajo para mantener tanto la calidad del servicio como la seguridad del paciente.

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