Tribuna:

El que rompe paga

La balsa minera de Aznalcóllar reventó. Todos lo sabemos como también que su rotura ha provocado un daño, casi irreparable, en Doñana y su entorno. Desde entonces, allá por las copas de la Feria de Sevilla, sólo se ha oído hablar de responsabilidades políticas y poco más, como no sea el anuncio de la retirada de los lodos o el cambio de camino de El Rocío que este año se ha visto dificultado por la Marina, no en labores de retirada y de protección, sino porque los señores almirantes tenían que almorzar. El resto del tiempo se ha dedicado a buscar responsabilidades. Los hay que afirman que no ...

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La balsa minera de Aznalcóllar reventó. Todos lo sabemos como también que su rotura ha provocado un daño, casi irreparable, en Doñana y su entorno. Desde entonces, allá por las copas de la Feria de Sevilla, sólo se ha oído hablar de responsabilidades políticas y poco más, como no sea el anuncio de la retirada de los lodos o el cambio de camino de El Rocío que este año se ha visto dificultado por la Marina, no en labores de retirada y de protección, sino porque los señores almirantes tenían que almorzar. El resto del tiempo se ha dedicado a buscar responsabilidades. Los hay que afirman que no han existido en el ámbito político y también quienes se entretienen en discernir, como si Rojas-Marcos fuera, el de allí que no el de aquí, entre los conceptos de culpabilidad o imputabilidad. Mientras los patos la están cascando de alucine. Puede que la cuestión sea más sencilla. Dicen que "el que rompe paga y se lleva los trastos", que es lo mismo que "el que contamina paga y se lleva el lodo". Vayamos, ahora, por el hecho de aquello de arañar votos, sea esta comunidad autónoma o el Estado, quienes paguen el expediente de regulación de empleo, hagan frente al costo de la retirada de los lodos y las compras de las tierras, cuando quienes han contaminado no han sido ni el Estado ni la Junta. Con tanta discusión se va a desdibujar una responsabilidad, la de la empresa, si la tiene, y toda se la van a quedar las consejerías de Industria y Medio Ambiente, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir o el seguro de accidentes. Habrá otras responsabilidades, incluidas políticas y técnicas, pero después de las de la empresa, porque si ésta no existe, por fuerza mayor, aquéllas probablemente tampoco. De todas formas, algo tendrán que decirquienes durante doce años han venido tolerando un riesgo porque doce son muchos años para permitir que la autorización provisional no se convierta en definitiva, salvo que no pudiera otorgarse. A lo peor tampoco debió concederse. Los políticos y la empresa lo agradecerían. Los patos y el medio ambiente también.EUGENIO SUÁREZ PALOMARES

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