Tribuna:EL FUTURO DEL HOSPITAL PUERTA DE HIERRO

La clínica y política (De Romero Gorría a Romero de Tejada)

La autora denuncia que la planificación sanitaria no es competencia del alcalde de Majadahonda, aunque este influya en el PP.

Desde el recuerdo, al doctor Miguel Kreisler, médico de la clínica Puerta de Hierro desde 1964 hasta 1997 y luchador impenitente por la consideración de la sanidad como servicio público.La clínica Puerta de Hierro (CPH, en adelante) se instauró en 1964 como centro sanitario de referencia nacional, Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Seguridad Social, perteneciente al Servicio Obligatorio de Enfermedad (SOE). Eran los tiempos del franquismo, y el ministro responsable, señor Romeo Gorría, con su equipo ministerial, pretendía crear un centro modélico a partir del cual se d...

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Desde el recuerdo, al doctor Miguel Kreisler, médico de la clínica Puerta de Hierro desde 1964 hasta 1997 y luchador impenitente por la consideración de la sanidad como servicio público.La clínica Puerta de Hierro (CPH, en adelante) se instauró en 1964 como centro sanitario de referencia nacional, Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Seguridad Social, perteneciente al Servicio Obligatorio de Enfermedad (SOE). Eran los tiempos del franquismo, y el ministro responsable, señor Romeo Gorría, con su equipo ministerial, pretendía crear un centro modélico a partir del cual se desarrollara una modernización de la sanidad pública en el país.

A partir de ahí, la CPH inició su andadura y, para bien o para mal, se ha visto influida en su funcionamiento por los avatares políticos de cada momento, hasta la actualidad.

En su primera etapa fue la niña bonita de una red hospitalaria propia del Insalud que se expandió rápidamente, y a la cual la CPH sirvió de ejemplo, en efecto, y también surtió, en muchos casos, de profesionales formados en su seno.

En consonancia con su prestigio, sus punteras instalaciones y, también, porqué no decirlo, con su aire selecto (localización, arquitectura) tuvo y sigue teniendo usuarios -ahora se tiende a decir clientes- ilustres: desde los ministros y altos cargos de la primera época y sucesivas hasta el Rey. También el pueblo llano nos hemos beneficiado de una calidad de asistencia que, a juzgar por la demanda, resulta altamente satisfactoria hasta hoy.

En el plano de la investigación, y de las innovaciones biológicas, clínicas y técnicas relacionadas con la sanidad, la CPH también ha representado el papel digno y pionero que en su momento se le encomendó. Desarrolla numerosas líneas de investigación y fue el crisol a partir del cual se formó el Fondo de Investigaciones de la Seguridad Social (FISS). Ha sido capaz de contribuir a la formación de excelentes investigadores que hoy desarrollan su actividad en instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Universidad.

La CPH pasó su propia travesía del desierto. Un largo periodo de tiempo durante el cual sufrió recortes económicos, readecuaciones funcionales para pasar a ser hospital de referencia del Área Sanitaria VI de Madrid, casi de la noche a la mañana, sin que las características del hospital estuvieran preparadas; soportó, incluso, imponderables como dos incendios sucesivos.

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Sin duda, en este intervalo de su periplo, también hubo condicionantes políticos. Era el momento de la proletarización de la medicina y, probablemente, desde una perspectiva demasiado simplista, la CPH podía ser considerada elitista; correspondía ponerla a nivel del suelo, en el sentido literal de la palabra. En consecuencia, se hicieron transformaciones para reconvertir su función, parches provisionales que debían surtir efecto sin tardanza, concesiones a la galería para adecuarse a aquella coyuntura.

Al mismo tiempo, la CPH siguió siendo, de facto, centro de referencia nacional para determinadas actuaciones terapéuticas. Ello creó progresivamente una curiosa superposición de funciones, mal delineadas y mal relacionadas entre sí. Por una parte, centro de vanguardia al que se le demanda el desarrollo y la implantación de nuevas tecnologías; por otra, centro sometido a una presión asistencial para la cual no fue concebida originariamente ni ha recibido aún la necesaria reestructuración.

Ambas funciones coexisten en la CPH y se llevan a cabo, más bien que mal, al coste de un esfuerzo colectivo, mayoritario, de su personal, tratando de seguir adelante.

Al cabo de 34 años de funcionamiento, el demorado e ineludible plan de inversiones que debe significar la puesta a punto del hospital se va a llevar a cabo. Llega la sustitución de estructuras desgastadas y aparatajes obsoletos, ya amortizados. El plan es aprobado por el presidente ejecutivo del Insalud y presentado por la dirección del centro a su personal. Pero, hete aquí, la política otra vez: en esta ocasión en la persona de un político local, el señor alcalde de Majadahonda, quien tiene la feliz idea de ofrecer unos terrenos en su jurisdicción municipal para construir un nuevo hospital que sustituya a la CPH en su emplazamiento actual. Además, con guinda de regalo en el pastel: la posibilidad de oferta de terrenos a precio inferior al del mercado para construir viviendas para los profesionales que nos haga más atractiva la oferta (EL PAÍS, 8 de mayo de 1998).

Debe quedar claro algo en este punto. No es bueno utilizar peyorativamente la política. Es evidente que la planificación sanitaria es una parte, y debe serlo, de la actuación política. Lo que ocurre es que la política bien entendida debe ser la aplicada por cada político en la parcela (nunca mejor dicho) que le corresponda. Déjese al señor presidente del Insalud, asesorado por los expertos en el tema y, desde luego, en este caso concreto, por los profesionales concernidos, examinar y dar solución satisfactoria a la cobertura hospitalaria del Área VI. El señor alcalde de Majadahonda debería limitarse a tratar los asuntos inherentes a su municipio, para lo cual ha sido votado. La planificación sanitaria no es de su competencia, a pesar de que sea una persona muy influyente en el partido en el Gobierno.

Se ha dicho textualmente, para abogar por el traslado de la CPH a los terrenos ofrecidos por el señor Romero de Tejada, que se pretende conservar allí la "marca CPH"; perdónenme los acuñadores de semejante término que desconfíe: los nuevos modelos de gestión en los nuevos hospitales (Manacor, Alcorcón) no permiten demasiadas dudas sobre las tendencias actuales hacia la privatización encubierta de centros públicos ni sobre la intención de escapar, mediante fórmulas jurídicas sui géneris, del control establecido por la normativa vigente para el Sistema Nacional de Salud.

La expresión "marca CPH"® resulta sospechosamente mercantilista. Francamente resultaría bastante triste, después de todo lo antedicho, que el hospital quedara reducido a un escaparate, cual vulgar zapatilla deportiva. Just don"t do it (no lo hagan).

María Esther Moreno es médico de la clínica Puerta de Hierro.

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