Cartas al director

Cristianos y socialismo

Manifiesto mi identificación con el artículo escrito por el socialista Ramón Jáuregui, publicado en EL PAÍS del 14 de mayo, donde defendía la necesidad de que la izquierda, y en particular el PSOE, tienda relaciones con el mundo cristiano, identificando la ética cristiana con la ética socialista.Somos muchos los cristianos que, sitiéndonos de izquierdas, vemos con ilusión todo el proceso de renovación que se está produciendo dentro de la izquierda española, y especialmente dentro del partido socialista. Este proceso de transformación debe suponer la entrada de nuevas ideas y, por ello, no se p...

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Manifiesto mi identificación con el artículo escrito por el socialista Ramón Jáuregui, publicado en EL PAÍS del 14 de mayo, donde defendía la necesidad de que la izquierda, y en particular el PSOE, tienda relaciones con el mundo cristiano, identificando la ética cristiana con la ética socialista.Somos muchos los cristianos que, sitiéndonos de izquierdas, vemos con ilusión todo el proceso de renovación que se está produciendo dentro de la izquierda española, y especialmente dentro del partido socialista. Este proceso de transformación debe suponer la entrada de nuevas ideas y, por ello, no se puede dejar de lado a ese gran número de cristianos que quieren ver en el PSOE el referente de la ética y la justicia social, ideales que coinciden con los del Evangelio.

Hay un gran número de creyentes laicos que hacen de la solidaridad y de la lucha contra la injusticia el gran estandarte de su vida. Muchos cristianos ocupan anónimamente su tiempo libre en labores de voluntariado en el seno de ONG, asistiendo a toxicómanos, reclusos en fase de integración, ayudando al Tercer Mundo, a los inmigrantes y, en definitiva, a todos aquellos sectores excluidos de la sociedad. Resulta imprescindible en estos momentos que el PSOE se acerque a esos potencia les militantes implicados en esos compromisos sociales y se cuente con ellos a la hora de elaborar un programa de progreso.

El Partido Popular ha demostrado en estos dos años de gobierno su cara más ultraliberal y reaccionaria. Por tanto, la gente progresista de este país necesita una alternativa fuerte a este modo de hacer política. Debemos recuperar nuestra capacidad de movilización, nuestra ilusión por mejorar la sociedad y, en definitiva, recuperar nuestro orgullo de sentirnos progresistas. Coincido con Ramón Jáuregui en que no debe suponer prejuicios para una fuerza política de izquierdas contar con aquellos cristianos que se sienten progresistas y que desean hacer frente al Partido Popular, el cual, recordemos, ganó las elecciones generales de 1996 más por deméritos ajenos que por méritos propios.

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