LA MAESTRANZA

Un mundial sin historia

Se anunciaba como la final del I Encuentro Mundial de Novilleros y la esperada competencia quedó en una aburrida y fría tarde en la que cuatro novilleros, dos mexicanos y dos españoles, debutaron en La Maestranza con poco éxito, en un espectáculo cuajado de fallos fundamentales. Falló el día, el público -las entradas se pusieron a la venta y, en vista de que no se vendían, las regalaron-, y los toros y los toreros.Los primeros eran novillos muy justos de presencia, inválidos todos . Pero lo más grave es que sus cabezas no imponían respeto, sino que daban vergüenza. Los pitones mostraban eviden...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Se anunciaba como la final del I Encuentro Mundial de Novilleros y la esperada competencia quedó en una aburrida y fría tarde en la que cuatro novilleros, dos mexicanos y dos españoles, debutaron en La Maestranza con poco éxito, en un espectáculo cuajado de fallos fundamentales. Falló el día, el público -las entradas se pusieron a la venta y, en vista de que no se vendían, las regalaron-, y los toros y los toreros.Los primeros eran novillos muy justos de presencia, inválidos todos . Pero lo más grave es que sus cabezas no imponían respeto, sino que daban vergüenza. Los pitones mostraban evidentes signos de presunta manipulación. Y los toreros... más bien parecían unos recomendados.

Jandilla / Cuatro novilleros

Seis novillos de Jandilla y dos de Parladé, justos de presentación, inválidos y nobles.El Cuate: palmas y silencio. Ángel Gómez Escorial: silencio en ambos. Jerónimo: silencio; aviso y silencio . Alberto Ramírez: oreja; aviso y palmas . Plaza de la Maestranza, 14 de mayo. Un cuarto de entrada.

Los mexicanos -El Cuate y Jerónimo- demostraron maneras de toreo artista, pero a ambos les falló el ánimo.

Y los españoles vieron la de cal y la de arena. Gómez Escorial estuvo a merced de su primero, un novillo incómodo al que no entendió, y en el sexto pecó de aburrimiento. Y Alberto Ramírez fue el único que respondió al envite. Cortó una oreja a su primero después de hacer lo mejor de la tarde con la mano izquierda en una labor de menos a más ante un noble animal que le permitió relajarse. Lo volvió a intentar en el último y, aunque no triunfó, dejó constancia de sus cualidades.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En