FALLAS DE VALENCIA

Se volvieron a caer

Los toros se volvieron a caer. La corrida del miércoles constituyó una excepción en la feria. Un intelectual diría que fue rara avis, pero no sería oportuno emplear el término; parecería intencionado en estos tiempos taurómacos en los que los toros se comportan como aves de corral.La última corrida resumió el estado exacto en que se encuentra la fiesta. Tal cual salieron los toros inválidos, así los sacan cada tarde; el nivel artístico se ajustó al que son capaces de alcanzar las actuales figuras del toreo.

Los toros se caían tanto como los de la feria entera, excepción hecha de la corr...

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Los toros se volvieron a caer. La corrida del miércoles constituyó una excepción en la feria. Un intelectual diría que fue rara avis, pero no sería oportuno emplear el término; parecería intencionado en estos tiempos taurómacos en los que los toros se comportan como aves de corral.La última corrida resumió el estado exacto en que se encuentra la fiesta. Tal cual salieron los toros inválidos, así los sacan cada tarde; el nivel artístico se ajustó al que son capaces de alcanzar las actuales figuras del toreo.

Los toros se caían tanto como los de la feria entera, excepción hecha de la corrida de Torrestrella que se lidió el día anterior, con la sensacional novedad de que ninguno de sus toros se cayó.

Puerto / Ponce, Barrera, Blázquez

Toros de Puerto de San Lorenzo (uno devuelto por inválido), de escasa presencia aunque bien armados, mayoría anovillados e inválidos, escasos de casta. 5º sobrero de Atanasio Fernández, terciado, flojo.Enrique Ponce: estocada muy trasera y rueda de peones (oreja); pinchazo, otro perdiendo la muleta -aviso- y estocada (petición y vuelta). Vicente Barrera: media y rueda de peones (ovación y salida al tercio); estocada atravesada delantera caída (ovación y salida al tercio). Raúl Blázquez, que tomó la alternativa: cinco pinchazos, otro hondo bajo y descabello (silencio),, pinchazo y estocada corta atravesada (aplausos). Plaza de Valencia, 19 de marzo (tarde). 10º y última corrida de feria. Lleno.

Los toros de la última corrida de feria pertenecían a la ganadería Puerto de San Lorenzo, que ya había lidiado días atrás con mejor resultado. Vinieron a sustituir a los anunciados de Atanasio Fernández, rechazados en el reconocimiento veterinario por carencias de trapío y, principalmente, de pitón. El trapío que pudieran tener esos atanasios se desconoce pero deberían de ser diminutos pues los del Puerto carecían de presencia y daban la pinta de novillos.

Y, además, estaban inválidos. Una figura del toreo en actitud encorajinada, pegando pases a destajo a un pobre novillo moribundo, retándolo de rodillas y humillando su infortunio con desplantes prepotentes mientras el público aclama semejante cúmulo de abusos, es un bochomoso e intolerable suceso. Fue Enrique Ponce quien hizo esa faena desmedida, sin ligar suerte alguna de fundamento y, en cambio, pegando a toda velocidad pases de pecho, trincheras, cambios de mano, molinetes de rodillas. Y le dieron una oreja.

La faena de Enrique Ponce al cuarto ya tuvo distinto corte. Ese toro apenas se cayó y el diestro dio la medida de su pundonor en el transcurso de un largo trasteo. Se fajó en los derechazos; no tanto en los naturales, de los que el toro escapó a la querencia de chiqueros guiado por su mansedumbre; y siguió allí instrumentando muletazos mandones, con aleatorio temple, mas sometiendo siempre la renuente embestida, hasta los ayudados por bajo finales, que constituyeron lo mejor de su actuación. No es que acabara de inventar el toreo, ni que falten diestros capaces de hacer lo propio -algunos hasta con mejor arte- pero el mérito de enfrentarse a un toro enterizo con pundonor y técnica es indiscutible.

Antes y después, lo único que había salido por los chiqueros eran novillos inválidos. Díficil lo tenían los toreros para interesar a nadie. El de la alternativa de Raúl Blázquez no podía con su alma y se le quedaba a mitad de la suerte. El sexto también se le vino abajo después de instrumentarle unos estimables derechazos. Vicente Barrera sacó partido a los de su lote y, bien colocado, ligó por la derecha numerosas series de suaves muletazos. Sin embargo las faenas se hacían monótonas. La reiteración de las suertes, los medios pases en que las convertía al citar con la muleta retrasada, restaban el interés y anulaban la emoción.

Realmente con toros inválidos la emoción es imposible; la lidia se convierte en un vil espectáculo. Cada vez que se cae un toro les dan al arte de torear y a la fiesta misma una patada en el trasero, Luego 38 patadas en el trasero (o sabe Dios dónde) se llevaron arte y fiesta, pues los toros se cayeron 38 veces: siete el de la alternativa, 12 el de la oreja a Ponce, cuatro el tercero, tres el cuarto, cuatro el devuelto al corral, dos el quinto y seis el sexto. Si llega a conocer Lorca semejante fiesta la iba a escribir romances su padre.

Matinal de rejoneo

La 9ª corrida fallera, celebrada ayer por la mañana con tres cuartos de entrada, fue de rejoneo. Se corrieron toros despuntados de Sánchez Cobaleda, que dieron juego. Fermín Bohórquez, vuelta. Luis Dornecq, ovación. Hermoso de Mendoza, dos orejas. Antonio Domecq, oreja. Paco Ojeda, vuelta. Andy Cartagena, palmas.

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