El nacionalismo catalán, en 'Memoria del 98'

Como consecuencia de las guerras coloniales, el catalanismo político adoptó una dimensión regeneracionista, señala el historiador Joan Culla en el capítulo 16 de Memoria del 98, que mañana lunes se entrega con el ejemplar de EL PAÍS.En 1885 convergieron dos corrientes en la presentación de Memorial de agravios para solicitar una serie de peticiones culturales y económicas. Por un lado, estaba la corriente de los ideales que había protagonizado la Renaixença o renacimiento de la lengua autóctona de Cataluña y el redescubrimiento de su personalidad histórica. De otro lado, s...

Como consecuencia de las guerras coloniales, el catalanismo político adoptó una dimensión regeneracionista, señala el historiador Joan Culla en el capítulo 16 de Memoria del 98, que mañana lunes se entrega con el ejemplar de EL PAÍS.En 1885 convergieron dos corrientes en la presentación de Memorial de agravios para solicitar una serie de peticiones culturales y económicas. Por un lado, estaba la corriente de los ideales que había protagonizado la Renaixença o renacimiento de la lengua autóctona de Cataluña y el redescubrimiento de su personalidad histórica. De otro lado, se encontraba la corriente económica que había luchado por obtener un desarrollo industrial mediante campañas proteccionistas y algún intento de participar en la política española desde Barcelona.

Sin embargo, esa coincidencia duró poco. Los caminos del catalanismo intelectual-sentimental y los del pragmatismo burgués se bifurcaron en numerosas ocasiones. Los empresarios efectuaron aún intentos de influir en Madrid, aunque con escaso éxito.

Al crearse en Cataluña la Lliga Regionalista, ésta consiguió desterrar de Barcelona el falso turnismo electoral de los partidos dinásticos, la primera vez que esto ocurría en la España de la Restauración.