Crítica:FLAMENCO

Apoteosis de La Macanita

En la última propina de las varias que se vio obligada a hacer, tuvo La Macanita ante sí a un público en pie, coreando el cante y haciendo palmas con ella, totalmente entregado.Fue una de esas noches en que todo sale de maravilla, en primer lugar porque los oficiantes son artistas que aman lo que hacen, y antes que nada buscan la propia complacencia. Tomasa la Macanita, jerezana y flamenca de ley, cuenta con todas las virtudes cantaoras de su tierra. Tiene una voz que es pura música, la quiebra con flamencura y la hace jonda cuando el sentimiento del cante la lleva a los hondones de la ...

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En la última propina de las varias que se vio obligada a hacer, tuvo La Macanita ante sí a un público en pie, coreando el cante y haciendo palmas con ella, totalmente entregado.Fue una de esas noches en que todo sale de maravilla, en primer lugar porque los oficiantes son artistas que aman lo que hacen, y antes que nada buscan la propia complacencia. Tomasa la Macanita, jerezana y flamenca de ley, cuenta con todas las virtudes cantaoras de su tierra. Tiene una voz que es pura música, la quiebra con flamencura y la hace jonda cuando el sentimiento del cante la lleva a los hondones de la pena,

Es ese cante, el de Tomasa la Macanita, que hoy ya no es fácil encontrar en estado puro: el del pellizco y el duende, el cante en que el impulso intuitivo prima sobre todo lo demás, sobre la racionalización de lo aprendido en perjuicio del manantial que brota espontáneo del corazón. Tiene además La Macanita, y en grado superlativo, esa virtud común a los buenos cantaores de Jerez, que es el dominio del compás, el perfecto entendimiento de que éste no debe ser un rígido corsé que limite la libertad del cantaor, sino un código expresivo al que atenerse para que el cante tenga un mayor rigor y sea, por lo mismo, más hermoso.

Tomasa la Macanita

Con la guitarra de Parrilla de Jerez.Madrid, Anfiteatro del Colegio de Médicos, 23 de diciembre.

Tientos-tangos, soleares, alegrías, bulerías en varias series, dieron la medida dé una cantaora perfectamente identificada con su arte, en el que ya es un nombre de primer rango. En fandangos, la malagueña del Mellizo y siguiriyas dio la medida de una mujer que además se preocupa de ensanchar su repertorio a estilos en que el compás no es la regla de oro, y los hizo con brillantez y un perfecto conocimiento de los recursos expresivos de los mismos.

Espléndido concierto el de esta cantaora, pues, que puso en varias ocasiones al público en pie, acompañada por un Parrilla de Jerez cuyo toque tuvo con frecuencia la categoría de eminente.

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