La 'kasbah' surrealista de Dalí

La casa del pintor en PortIligat podrá visitarse apartir del próximo día 17

Visitar la casa de Salvador Dalí en Portlligat, donde el artista pintó gran parte de su obra, es adentrarse en un espacio laberíntico de pequeños habitáculos irregulares comunicados por estrechas escaleras, túneles y pasadizos. Entre las paredes impecablemente encaladas de estos sinuosos interiores, que recuerdan a las tradicionales kasbah árabes, se guardan multitud de objetos que, integrados en la abigarrada decoración del conjunto, constituyen una buena síntesis del surrealismo daliniano aplicado a la vida cotidiana. Zambullirse en este particular universo que Dalí empezó a crearse c...

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Visitar la casa de Salvador Dalí en Portlligat, donde el artista pintó gran parte de su obra, es adentrarse en un espacio laberíntico de pequeños habitáculos irregulares comunicados por estrechas escaleras, túneles y pasadizos. Entre las paredes impecablemente encaladas de estos sinuosos interiores, que recuerdan a las tradicionales kasbah árabes, se guardan multitud de objetos que, integrados en la abigarrada decoración del conjunto, constituyen una buena síntesis del surrealismo daliniano aplicado a la vida cotidiana. Zambullirse en este particular universo que Dalí empezó a crearse como refugio a partir del año 1930, será posible a partir del próximo día 17, fecha en que la residencia quedará abierta al público después de casi dos años de obras para convertirla en casa museo.Con la apertura de la casa de Dalí en Portiligat se levanta el telón del último escenario del genio ampurdanés que todavía permanecía inédito y se completa el denominado triángulo daliniano con sus restantes vértices en el Teatro Museo de Figueres y el castillo de Púbol.

La casa de Portlligat se halla en la minúscula y paradisíaca bahía del "sino nombre situada a un kilómetro al norte de Cadaqués que el pintor plasmó en muchos de sus cuadros. En la primavera de 1930, Salvador Dalí compró la primera de las barracas de pescadores que con los años irían configurando una estructura en constante crecimiento, tanto en altura como en sentido horizontal. El resultado final es una vivienda gestada siguiendo los cánones de lo que podría llamarse antifuncionalismo. Dalí consideraba "infame" la arquitectura de Le Corbusier y muchos arquitectos han visto en la casa del pintor un intento de desmontar una tras otra las constantes formales de la arquitectura moderna.

Salvador Dalí y su esposa y musa, Gala, bautizaron con nombres distintos cada una de las estancias de la casa. Al vestíbulo lo denominaban "la habitación del oso", puesto que en él había un gran oso polar disecado. Unas estrechas escaleras conducen a la planta superior, en la que destacan cuatro salas contiguas, todas ellas con vistas sobre la bahía de Porlligat. La más elevada de las cuatro habitaciones es el dormitoriodonde hay dos camas con vistosas colchas azules y cabezales de hierro forjado. La "sala de los pájaros", presidida por una enorme jaula, se comunica con el "salón amarillo", ocupado por un sofá de este color y una mesilla ornamentada con un caracol. Sin moverse del mismo nivel, el visitante puede experimentar el curioso efecto acústico que produce la bóveda de la denominada "sala oval", rodeada por un sofá circular de uso casi exclusivo de Gala.

A la zona exterior de la casa se accede desde una sala "empapelada" con fotografías. El patio y la piscina constituían el centro de la vida social de los Dalí. En estos espacios exteriores se celebraban tertulias, conciertos y animadísimas fiestas en las que, según recordaba ayer el director artístico del Museo Dalí, Antoni Pitxot, el artista "se daba el gustazo de mezclar hippies con ministros".

- En los alrededores de la piscina se evidencia que Dalí utilizaba materiales de desecho o publicitarios para la creación de sugerentes decorados surrealistas. Un camello de la empresa tabaquera Camel, el clásico muñeco hinchable de la firma Michelin y los neumáticos de Pirelli forman parte de diferentes composiciones ornamentales.

Las reducidas dimensiones de la casa de Dalí de Portlligat han obligado a restringir las visitas. En los 70 metros cuadrados visitables de espacio interior sólo podrán coincidir 36 personas, incluidas las ocho del personal de vigilancia. Las visitas deberán concertarse previamente llaman do al teléfono (972) 25 80 63 y sólo podrán entrar en la casa museo ocho personas cada 10 minutos. La entrada costará 1.200 pesetas -700 para jubilados, estudiantes y niños.

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