Crítica:MÚSICA

Una orquesta legendaria

Actuó la Sinfónica de Filadelfia, con su titular Wolfgang Sawallisch. La personalidad de este maestro muniqués es el último eslabón de una tradición casi perdida, que simbólicamente podemos arrancar de Mahler y Nikisch; y la de la orquesta norteamericana que, fundada a principios de siglo, mantiene una calidad ejemplar, porque cuanto hace suena a natural y sin la vanidad con que suele manifestarse el virtuosismo.Todas las secciones de instrumentistas merecen trato de excelencia, pero además están tan equilibrados y cohesionados, que cuando tocan desaparecen hasta los problemas de acústica. Con...

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Actuó la Sinfónica de Filadelfia, con su titular Wolfgang Sawallisch. La personalidad de este maestro muniqués es el último eslabón de una tradición casi perdida, que simbólicamente podemos arrancar de Mahler y Nikisch; y la de la orquesta norteamericana que, fundada a principios de siglo, mantiene una calidad ejemplar, porque cuanto hace suena a natural y sin la vanidad con que suele manifestarse el virtuosismo.Todas las secciones de instrumentistas merecen trato de excelencia, pero además están tan equilibrados y cohesionados, que cuando tocan desaparecen hasta los problemas de acústica. Con tan maravillosos mimbres, los de Filadelfia trenzaron su homenaje a Brahms a través de las Variaciones-Haydn y la Tercera sinfonía, pero también desde los pentagramas entrañables de Schumann (Sinfonía número 3 y Concierto para violín, protagonizado por Franz-Peter Zimmermann) y los admirativos, y en muchos aspectos seguidores, de Dvorak en su Séptima sinfonía.

Orquesta Sinfónica de Filadelfia

Director: W. Sawallisch. Solista:F. P. Zimmermann. Auditorio Nacional. Madrid, 30 y 31 de mayo.

El mundo contemporáneo, en la invención de Wolfgang Rhim (Karlsruhe, 1952), dedicó su reverencia al músico hamburgués con una nueva obra inspirada en Brahms, al que Rhim ya había dedicado, en 1988, sus Brahmsliebewalzer. Ahora, parte de los Ernster Gesang (canciones serias sobre textos bíblicos), compuestos en 1896.

El segundo programa de la orquesta norteamericana incluyó la Sinfonía en re menor, de Schumann, en la versión primera (1841); las Variaciones, de Brahms y la Sinfonía en re menor, de Dvorak, de 1885. Y ante la legendaria formación de Filadelfia, y ante el saber y el expresarse hondo, sobrio, magistral, de Sawallisch, no cabe otra reacción sino la más extremadamente entusiasta. Orquesta de sonido, color y estilo muy europeos, sirve a un maestro de suyo exigente en todo lo que demanda en todos los aspectos. Tuvimos pues música-música.

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